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Luis Herrera, Catedrático emérito de Biología Ambiental de la Universidad de Navarra

Extinción ¿natural?

    
mar, 21 mar 2017 12:44:00 +0000 Publicado en Diario de Navarra

La extinción de especies puede considerarse un fenómeno natural o, por el contrario, un hecho derivado de la actividad humana. No obstante, la intensidad de las extinciones de especies ha variado a lo largo del tiempo, desde extinciones relativamente bajas durante largos periodos de tiempo -“extinciones de fondo”-, hasta tasas de declive relativamente altas durante cortos periodos de tiempo -“extinciones en masa”-.

Las extinciones en masa se producen debido a fenómenos catastróficos naturales -como erupciones volcánicas, terremotos, o impacto de meteoritos- que modifican de forma brusca las condiciones ambiéntales del medio. Como consecuencia, se produce una pérdida de la biodiversidad con desaparición de numerosas especies incapaces de adaptarse a las nuevas condiciones ambientales. Así sucedió en diferentes periodos geológicos como el Ordovícico, el Pérmico o el Cretácico. Igualmente, de modo natural después de cada extinción masiva tenía lugar la sustitución de las especies desaparecidas por otras nuevas. Por ejemplo: los mamíferos placentarios (que poseen placenta en la que se desarrollan sus crías) ocuparon los nichos de los saurios extinguidos, tras lo cual podían recuperarse los niveles de biodiversidad e incluso se incrementaban.

Pero la pérdida de biodiversidad a la que asistimos en la actualidad puede ser un fenómeno completamente nuevo. Un hecho en torno al cual existe una auténtica batalla de números sobre las especies que están desapareciendo. Asimismo, se plantea que la pérdida de biodiversidad puede estar ligada a la destrucción de los hábitats por el incremento de la superficie agrícola, el sellado de suelos derivado del crecimiento de la población y la industria, el uso de venenos y pesticidas, o la caza y pesca excesivas.

Un trabajo científico reciente sobre aves, llevado a cabo en 114 países, calculó que cada año se extingue una especie. Es decir, según este trabajo la tasa de desaparición de aves es unas diez veces superior a la considerada natural (0,1). Sin embargo, otros autores consideran que la tasa de extinción alcanza las 10 especies de aves por año, lo cual supondría unas 100 veces la tasa natural. Sea debido a la acción del hombre o no, lo que sí se puede concluir de trabajos científicos como el mencionado es que en la actualidad existe una tasa de extinción superior a la natural.

Así quedó patente también en un seminario celebrado hace pocos días en el Vaticano y titulado “Extinción biológica. Cómo salvar el ambiente natural del que dependemos”, promovido por la Academia Pontificia de las Ciencias y por la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales y que contó con científicos de renombre como el Nobel  Werner Arber. En este encuentro los expertos concluyeron que, basándose en la comparación de la documentación fósil, “la pérdida de especies es aproximadamente mil veces la del porcentaje histórico”. “Actualmente”, resaltaron, “una cuarta parte de las especies estaría en peligro de extinción y la mitad de ellas podría desaparecer a finales de siglo”.

Hoy en día sabemos con certeza que el funcionamiento de los ecosistemas del Planeta depende de la conservación de la biodiversidad. Los alimentos, los recursos naturales, muchas medicinas, la absorción de residuos o el equilibrio del clima, por no hablar de gran parte de la belleza de este mundo, se deben a la riqueza natural de especies y sus variedades. En este sentido, los expertos reunidos en el Vaticano recordaron que «conocemos menos de una quinta parte de las especies que pueblan el mundo. Por lo tanto, estamos perdiendo un potencial desconocido y poniendo en peligro el mecanismo fundamental de nuestro Planeta».

Según explicaron estos científicos, “antes del desarrollo de la agricultura, hace unos 10.000 años, los seres humanos vivían en grupos de pocas decenas de individuos, para quienes la supervivencia era un enorme desafío. Poco a poco, una tercera parte de la tierra se ha destinado a la agricultura». A pesar de ello, “cuando la formación de sistemas de agricultura intensiva en regiones adecuadas se efectúa correctamente -con rotación de cultivos, incorporación de la ganadería y reinversión en las economías regionales- se convierte en una estrategia para la protección de la biodiversidad».

Sea como fuere, este seminario vino a confirmar que el mantenimiento de la biodiversidad solo será posible si trabajamos juntos para construir un mundo sostenible, estable y basado en la justicia social, tal y como ya quedó patente en la encíclica Laudato Si, promovida por el Papa Francisco.