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Libros y gestión (VIII): Héroes y líderes. “Warlock”: la épica del western y la construcción de un país

21/08/2023

Publicado en

Expansión

Alejandro Martínez Carrasco |

Profesor del Grado en Filosofía, Política y Economía (PPE). Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Navarra

El mito del Oeste americano, el salvaje Oeste de finales del s. XIX, el de pueblos fronterizos donde apenas llega la ley, lleno de sheriffs, pistoleros y forajidos, ha sido fuente inagotable de historias en la literatura y el cine. Historias llenas de personajes duros y valientes, de héroes y villanos, a menudo seres solitarios que luchan por sobrevivir en una sociedad donde la ley efectiva es la del más fuerte. Historias que rememoran el nacimiento de una nación, la construcción de una sociedad civilizada donde la violencia parecía hacerla imposible: un proyecto estable de convivencia y colaboración razonablemente pacífica para el que hubo que enfrentarse a serias dificultades. Circunstancia en la que emergen las grandes figuras épicas del western, los héroes que abrieron camino para esa sociedad incipiente.

Cómo no recordar, por ejemplo, al sheriff Will Kane de Solo ante el peligro, incapaz de recabar el apoyo de sus conciudadanos a la causa de la legítima autoridad, pero sin por ello rehuir el peligro que se le avecina; o al juez Billy Priest de la maravillosa El sol siempre sale en Kentucky, que se enfrenta a sus conciudadanos para preservar la justicia frente a la violencia y el odio; o al abogado y futuro senador Ramsom Stoddard, encarnado por James Stewart en El hombre que mató a Liberty Valance, luchador infatigable por la ley y su frágil y amenazado imperio frente al poder de la fuerza y la violencia, que inspira y señala el camino a sus conciudadanos.

Soledad –a su pesar–, valor, sentido de la justicia y de la ley, rectitud, renuncia a la propia seguridad y comodidad, espíritu de servicio a la sociedad son algunos de los rasgos comunes que definen a estos personajes inmortales, auténticos héroes que lideran a su pueblo y señalan el camino hacia una paz asentada en la autoridad institucionalizada de la ley y la justicia: héroes y líderes llenos de la épica de los inicios. Pero, ¿es lo mismo ser un héroe que ser un líder?

En la última película mencionada, aparece una contraposición de personajes muy sugerente: la que se da entre el abogado Stoddard, receloso del uso de las armas y convencido del progreso gracias al imperio de la ley, y Tom Doniphon –John Wayne–, que se burla de la ingenuidad de Stoddard y asume como inevitable la ley del más fuerte, imbuido como aquel de los principios de honradez y justicia, pero convencido de que solo pueden ser defendidos con la fuerza de las armas. Doniphon, valiente, fuerte e inquebrantable, responde claramente a la figura del héroe, pero, solitario y de acción individual, difícilmente puede ser pensado como un líder. En cambio, Stoddard, cuyo heroísmo puede ser puesto en duda, es sin duda un líder, una persona que no protege, sino que guía, marca un camino compartido y proseguible hacia el futuro, capaz de aunar esfuerzos y hacer que una colectividad colabore en una tarea común que todos tomen como propia.

 Warlock es el nombre de una ficticia ciudad fronteriza que da nombre a la novela de Oakley Hall, finalista del premio Pulitzer de 1958 y una de las más célebres y logradas del género. Novela fascinante, compleja y trepidante, recoge y entrelaza con gran fuerza narrativa todos los mitos del western: pistoleros, jugadores, sheriffs, jueces indolentes, poderosos sin escrúpulos, indios, mujeres puritanas, mujeres de vida azarosa, mineros, sindicalistas, calles polvorientas, caravanas, la caballería del ejército, duelos, rencor, venganza, valor, miedo, soledad, impotencia, traición, muerte.

Situada a inicios de la década de 1880, cuenta los conflictos y tensiones de esta pequeña población que lucha por florecer: desprotegida por la lejana, pasiva y corrupta autoridad del condado que apenas provee de un ayudante de sheriff para hacer frente a una peligrosa banda de cuatreros y a las luchas de los propietarios de prósperas minas de plata con la muchedumbre de mineros que trabajan en duras condiciones, el comité de ciudadanos decide contratar a título privado los servicios de Clay Blaisedell, legendario pistolero que posee unas armas con la empuñadura dorada –lo que da título a la versión castellana de su adaptación cinematográfica–, para defenderlos. Una novela coral, sin protagonista central, narrada a través de diversos personajes y con múltiples focos de acción y atención; una novela por la que, además de villanos de muy diverso pelaje, desfilan héroes y líderes, sin que siempre coincidan unos y otros.

Dentro de los héroes, destaca sin duda la figura de Blaisedell. Hombre duro, valiente, educado, con sombras en su pasado pero que cumple con su deber protector y salvador con rectitud y un peculiar y fuerte sentido del honor. Pero entre los que también se puede incluir, sin desvelar mucho la trama, a Morgan, el permanente acompañante de Blaisedell, misterioso y turbio jugador, también duro y valiente y con un peculiar y fuerte sentido del honor, dispuesto al sacrificio desinteresado. Estos rasgos y el carácter heroico de sus acciones decisivas son admirables, pero no dejan de ser personajes solitarios que van por libre, aunque actúen al servicio de los demás. 

Entre los personajes que más se aproximan a la figura de líder destacan los ayudantes del sheriff, Carl Schroeder y, sobre todo, Johnny Gannon. En un puesto que supone una seria amenaza para su vida y sin apenas apoyo administrativo, representan la única autoridad legítima y legal en Warlock. Aunque carecen del carisma, habilidad y audacia de Blaisedell, también hacen gala de gran valor al asumir este cargo y querer cumplir con su deber de una manera eficaz y responsable, sin excederse pero sin huir ni retraerse, a pesar de ser perfectamente conscientes de sus limitaciones. A diferencia de Blaisedell y Morgan, su objetivo es lograr el respaldo y colaboración de los ciudadanos en la defensa de la ley, que todo el pueblo se implique y sienta la responsabilidad de lo que es labor de todos, aunque sean ellos los que, en última instancia, tengan que dar la cara o tomar las decisiones más arriesgadas. Cabría mencionar brevemente otras interesantes figuras de liderazgo en algunos mineros empeñados en formar y dirigir un sindicato que diese fuerza a sus reivindicaciones y en el médico David Wagner, mediador y consejero en algunos de estos conflictos, que buscan unir a los implicados en una tarea común con prudencia y realismo, en un enfoque que se podría denominar más político o representativo del liderazgo.

¿Qué diferencia un líder de un héroe? ¿Qué es más importante, contar con héroes o con líderes? De un héroe se espera valentía y audacia, capacidad de renuncia, sacrificio y fortaleza para proteger o lograr el bien de otros haciendo frente a todas las dificultades y asumiendo un grave riesgo. Del líder también se espera capacidad de decisión y de dar un paso al frente, igual que del héroe, pero sobre todo capacidad de hacer partícipes a otros de una tarea común, de crear un fuerte sentido de colaboración hacia una meta a la que guía, y cuyo esfuerzo es proseguible por los demás, permite continuidad. A diferencia del héroe, el líder no puede ser nunca un lobo solitario, mientras que muchas veces las acciones heroicas son acciones con una fuerte carga de individualidad, como se refleja maravillosamente en tantos westerns clásicos, con memorables héroes solitarios e individualistas. Aunque no los excluye necesariamente, la valentía y la disposición al sacrificio heroico no son esenciales para el liderazgo en nuestra vida cotidiana, aunque éste siempre supone asumir un riesgo. Pero, a la vez, cuando las circunstancias son adversas y hay que luchar seriamente contra situaciones inadmisibles provocadas por otros, posiblemente del líder también se pida heroísmo, valentía para enfrentarse a ellas y proteger a los demás, aunque la cobardía o ceguera de ellos le deje solo. Los líderes son imprescindibles para construir una nación o un proyecto compartido de largo alcance, pero sin héroes posiblemente nunca hubiera sobrevivido a los momentos más difíciles y precarios. Necesitamos líderes, pero a veces también necesitamos héroes que nos salven del peligro.

Warlock, la impresionante novela de Hall, permite reflexionar sobre el aspecto heroico del liderazgo en situaciones excepcionales de especial dificultad, pero también sobre la diferencia entre héroes y líderes: vemos a héroes solitarios, que actúan por su cuenta, a los que difícilmente podemos otorgar una función de liderazgo, por muy admirables que resulten sus acciones; y auténticos líderes que inspiran y mueven, que marcan un camino común y compartido a pesar de su fragilidad, fracasos y limitaciones, con acciones que dejan una huella más duradera aunque a menudo carezcan del brillo del heroísmo.