Ignacio Uría Rodríguez, Doctor en Historia y profesor asociado, Universidad de Navarra
Brasil se arma
Hace pocas semanas, el Congreso de EEUU publicó su informe anual sobre el gasto militar de los países en desarrollo. Sin embargo, ha pasado inadvertido pese a los interesantes datos que arroja. Por ejemplo, que Brasil es la nación que más gastará en 2010 en armas: 7.200 millones de dólares, un cifra enorme si la comparamos con el presupuesto federal del Programa Bolsa-Familia: 5.000 millones anuales. Este plan de ayudas económicas directas fue creado por Lula da Silva en 2004 y cuatro años más tarde beneficiaba a 46 millones de brasileños, una cuarta de la población. Es, por tanto, el proyecto más grande del mundo de ayuda a familias pobres, pero inferior al gasto en armas.
Después de Brasil viene Venezuela (6.400 millones) y Arabia Saudí (4.200). Lo más grave es que desde 2002 estos dos países aparecen cada año entre los 10 primeros compradores mundiales de armas y esta desenfrenada carrera ha contribuido a que América cuadriplique sus gastos en armamento y pase de casi 6.000 millones de dólares en 2002 a más de 23.000 en 2009. En el mismo período de tiempo, según datos del Banco Interamericano de Desarrollo, la pobreza en ese continente ha subido del 44 al 56 por ciento (260 millones de habitantes, de los que unos 40 millones viven en EEUU) y el de pobreza extrema es el 20 por ciento (unos 110 millones de personas viven con menos de 1 dólar diario).
Otra novedad del informe es que Rusia sucede a Estados Unidos como principal vendedor de armas a la región, ya que factura el 50 por ciento de las ventas. En segundo lugar está Francia, que tiene el 25 por ciento del mercado y en tercero aparece EEUU con el 10 por ciento de cuota, aunque es el primer exportador mundial.
Según el Ministerio de Defensa francés, Brasil es su mejor cliente, ya que los contratos firmados entre Sarkozy y Lula suman unos 10.000 millones de dólares en el último quinquenio, cifra muy superior a la dedicada por el Ejecutivo brasileño a dotar el Fondo para el Combate de la Pobreza (FCP). Pese a esos datos, la revista Time ha elegido a Lula da Silva como el líder más influyente del mundo en 2010.
La industria bélica es mundialmente poderosa. También en Brasil. Según el Tribunal Supremo Electoral en las últimos comicios, ganados por Dilma Roussef, el grupo de presión armamentístico donó 60 millones de dólares a los partidos para evitar restricciones legales al sector. Los que más lo agradecen son los narcotraficantes, que pueden adquirir en el mercado negro armas ultramodernas capaces de abatir a los helicópteros y a los que se atribuye el 80 por ciento de las 40.000 muertes violentas que cada año se producen en el gigante sudamericano.
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