Víctor Pou, profesor del IESE Universidad de Navarra
Exitosa diplomacia
La nueva diplomacia europea lleva poco tiempo de existencia pero empieza a cosechar éxitos. Su máxima responsable, la baronesa británica Catherine Ashton, elegida en su momento más por cuestiones de cuota -sexo, nacionalidad y familia política socialdemócrata que por méritos propios, ha conseguido estos días una serie de éxitos dando un vuelco importante a la reputación del nuevo servicio diplomático europeo y a su propia imagen. Su mandato había sido fuertemente criticado tanto por su estilo -se le ha llamado con frecuencia Lady Absent como por el contraste con la brillante gestión de su predecesor -el español Javier Solana y la escasez de sus logros.
En Egipto ha podido entrevistarse con el depuesto presidente Mursi, encarcelado en un lugar remoto, y ha propiciado el diálogo entre los militares en el poder y las fuerzas opositoras. Serbia y Kosovo han mejorado sus relaciones y se abren nuevas perspectivas de acercamiento a la UE. El acuerdo nuclear alcanzado por las seis potencias (EE.UU., China, Rusia, Reino Unido, Francia y Alemania) con Irán es de gran importancia para el futuro de Oriente Medio. Se ha obtenido tras numerosas e intensas rondas de negociación y Ashton ha jugado un papel clave para lograr el entendimiento. El niet de Ucrania a firmar un acuerdo de Asociación con la UE, por las fuertes presiones de Putin sobre el líder ucraniano Yanukóvich, se está convirtiendo en un éxito mediático para la UE cuando se producen grandes manifestaciones de la población ucraniana en protesta por la humillante sumisión de Kíev ante Moscú. "No nos doblegaremos ante la presión de Rusia", ha declarado el presidente del Consejo de la UE, Van Rompuy. "Los tiempos de la soberanía limitada (al estilo soviético) se han terminado en Europa", ha dicho Durão Barroso. El aparente fiasco diplomático de la reciente cumbre de Vilna y de la política de la Asociación Oriental de la UE para atraer a las seis exrepúblicas soviéticas (Bielorrusia, Moldavia, Ucrania, Azerbaiyán, Armenia y Georgia) se salda, de momento, con la firma de sendos acuerdos con Moldavia y Georgia y la aparición ante todo el mundo de una Ucrania proeuropea y chantajeada por Moscú. No es poca cosa.
En unos momentos en los que la UE sigue replegada como nunca sobre sí misma tratando de resolver la crisis del euro y sus derivados, se encuentra por fin con unos éxitos diplomáticos palpables y con la gratificación mediática de centenares de miles de manifestantes en el este del continente, muchos de ellos jóvenes, favorables a su plena incorporación a la gran familia europea. Después de tantas decepciones, he aquí algunos motivos para la esperanza.