José Ramón Pin , Profesor del IESE, Universidad de Navarra
¿Es su banquero fiable?
La SEC denunció a Goldman Sachs la semana pasada por ocultar información relevante en una emisión de CDO (Obligaciones de Deuda con Garantía) cuyos clientes perdieron 1.000 millones de euros. ¿Por qué pudo una entidad de prestigio hacer esto?
Parece imposible que Goldman y sus expertos profesionales hayan tenido un despiste y es difícil que desconocieran los riesgos en que incurrirían si se descubría la omisión de información. Con seguridad fue la sensación de impunidad, junto con la avaricia de sus gestores, la que empujó la decisión.
La sensación de impunidad va unida a la soberbia. Los autores de estos desaguisados se creen los más expertos; se escudan en la complejidad técnica. El arcano de los cálculos financieros y la aureola de magos les dan sensación de seres superiores a los que los mortales comunes no se atreverán a incordiar con sospechas e inquisiciones. En consecuencia, hacen correr riesgos imprudentes a sus clientes, en la seguridad de que a ellos no les pasará nada.
Los directivos de los bancos de inversión obtienen unos ingresos tan altos que les compensa el riesgo. No pagan las multas que sufren las entidades que gestionan y tienen seguros complejos para cubrirse. En caso de riesgo penal, el único no asegurable, los posibles años de cárcel salen muy rentables.
Es la combinación de imprudencia y avaricia la que produce la peor de las corrupciones: la que lleva consigo la soberbia. Aristóteles ya conocía suficientemente al ser humano para saber que no es posible la convivencia humana sin las virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza; especialmente en el mundo de las finanzas.
¿Cómo asegurarse de que su banquero de inversión las tiene? Fíjese en la templanza y sus colaboradoras: la austeridad, la humildad y, especialmente, la discreción; si su banquero no las ejerce, no se fíe. Admire a las artistas famosas, pero huya de los banqueros mediáticos.