Doctor José Ramón Azanza, Director del Departamento de Farmacología, Clínica Universidad de Navarra
Más racionalización de uso que ahorro
Entendemos por dosis única la prescripción y dispensación de la dosis exacta que necesita un paciente para el tratamiento de su enfermedad. Es muy difícil dar una opinión rotunda sobre las bondades de una medida que implantara este procedimiento a gran escala en el Sistema Nacional de Salud porque hay muchas variables que se deben tener en cuenta. En primer lugar, el tipo de enfermedad puede facilitar o dificultar este método. En efecto, si se trata de un proceso agudo y de duración corta, en el que tanto la cantidad de medicamentos como la duración del tratamiento están muy acotados, la medida puede ser más útil y fácilmente implantable que si nos encontramos ante una enfermedad crónica, que necesita medicación de manera continuada y que, además, se debe ajustar con el paso del tiempo.
Las pastillas son fácilmente individualizables, pero, ¿qué ocurre con medicamentos que solo existen en forma de jarabe o gotas? Simplemente que en supuestos como estos la medida es imposible de aplicar. Porque, ¿cómo se individualizan tres gotas o dos cucharadas?
La Agencia Europea del Medicamento aprueba los fármacos en cajas con un número concreto de unidades, razón por la cual habría que reformar la legislación para adaptarla a un posible cambio hacia la dosis única. Este sistema también tendría consecuencias para los procesos de producción. No es lo mismo fabricar 'blisters' de 12 o 24 pastillas, por ejemplo, que hacerlo en unidades.
Las oficinas de farmacia están diseñadas para dispensar los medicamentos tal y como los conocemos ahora. La dosis única exigiría rediseñarlas para adaptarse a un sistema de almacenamiento, control de existencias y dispensación muy distinto. Todo ello agravaría los problemas de rentabilidad que ya sufren muchas oficinas de farmacia en la actualidad.
¿Y qué hacemos con los prospectos? Las oficinas de farmacia tendrían que entregar uno cada vez que se dispensara una dosis. ¿Estarían obligadas las farmacias a tener centenares de prospectos almacenados? ¿Tendrían que imprimir el prospecto correspondiente en cada dispensación? En un caso, el problema vuelve a ser burocrático y de logística; en el otro, de costes para la oficina de farmacia.
El paso del sistema actual al de la dosis única exige un estudio en profundidad que valore y cuantifique sus ventajas e inconvenientes y que cuente con el consenso de todas las partes implicadas, especialmente médicos y farmacéuticos. Y, en todo caso, es importante que todos tengamos en cuenta que muy probablemente esta medida sea más beneficiosa para racionalizar el uso de los medicamentos que para reducir su coste.