Concepción Naval Durán,, presidenta del comité organizador del Building Universities' Reputation
Decálogo para la calidad
La calidad en la educación supone promover la mejora personal, más allá del logro de unos indicadores externos que son condición necesaria pero no suficiente para alcanzarla en sentido radical
La Universidad tiene una función social y cultural y supone un factor clave en el desarrollo de la sociedad. Uno de los principales retos a los que se enfrenta hoy la educación superior es la calidad, entendida en dos sentidos: la calidad real y la calidad percibida, a la que llamamos reputación.
La Universidad de Navarra celebra esta semana el congreso Building Universities' Reputation, que contará con la asistencia de más de 250 personas y 48 ponentes, que representan a 72 instituciones de 18 países. Un encuentro cuyo objetivo es contribuir al debate sobre la calidad de las universidades, la gestión de su reputación y los rankings.
Si queremos hablar de calidad en la educación no podemos considerar solamente los procesos, los productos, las estructuras, sino que hemos de apuntar a las personas. La calidad supone promover la mejora personal, más allá del logro de unos indicadores externos que son condición necesaria pero no suficiente para alcanzarla en sentido radical.
Desde aquí me gustaría hacer una propuesta sobre los elementos principales de esa calidad, presentados en forma de 10 claves. Un decálogo que incluye tres fines propios de la universidad, seis medios para conseguirlos y finalmente, una palanca operativa.
Los tres fines serían:
1. Excelencia en la docencia: incluye una variedad de elementos como la innovación educativa, la cualificación del profesorado, la internacionalidad. Pero la excelencia docente implica sobre todo una formación amplia, diversa y profunda; presupone la atención individualizada a los estudiantes; e integra procesos de sensibilización, detección y transformación para la igualdad, la inclusión y los valores democráticos.
2. Excelencia en la investigación: esta puede alcanzarse, entre otros aspectos, por la solidez de grupos consolidados, la participación en proyectos financiados en I+D+i por parte de instituciones públicas, en proyectos europeos, internacionales, y las publicaciones de calidad en revistas nacionales e internacionales.
3. Excelencia en la trasferencia: tiene una conocida doble vertiente: económica-empresarial y culturalsocial. Incluye cuestiones como el acceso a la universidad o los precios de las matrículas, pero también la presencia de proyectos de Aprendizaje-Servicio, que ofrecen a los estudiantes la posibilidad de relacionar las asignaturas con proyectos de servicio a la comunidad. Esta trasferencia pide una mayor vinculación con el mundo laboral pero también el fomento de la responsabilidad social y de un sano sentido de ciudadanía.
Seis medios para conseguirlos:
4. Diferenciación. Presupuesta la aspiración a la excelencia en las tres dimensiones mencionadas. Es vital ser excelentes en algo propio. Como en el mundo anglosajón se apunta: la 'distinctiveness'. No se puede ser excelente en todo. Es preciso contar con un proyecto realmente único, relacionado con la identidad y misión de la institución, sobre el que se pueda construir una marca.
5. Financiación. Especialmente en las actuales circunstancias económicas, resulta necesario conseguir los necesarios fondos públicos y privados que permitan contar con las infraestructuras adecuadas para la docencia y la imprescindible dotación de los proyectos de investigación.
6. Participación. Los proyectos colectivos, y una universidad lo es, requieren la implicación de todos los que participan en él. Por tanto, para conseguir la calidad se precisa generar un sentido de pertenencia, tanto entre alumnos como profesores, personal de administración y servicios, y graduados. Esto supone crear para los profesores un entorno estimulante de trabajo.
7. Comunicación. Otra de las luchas importantes en la institución universitaria -que cada vez tiene más fuerza es la gestión estratégica de la comunicación, tanto interna como externa. Esto implica transparencia interna y externa, información pública, rendición de cuentas, participación en los debates sociales.
8. Red de relaciones. No tiene menor importancia mantener unas excelentes relaciones internacionales y nacionales. Las universidades excelentes participan en redes e incluso forman 'sistemas universitarios', nacionales o regionales, que permiten reconocer el valor que aporta a la sociedad el conjunto de la institución universitaria. Esto implica espíritu abierto y cooperativo.
9. Apertura al entorno. Este último elemento incluye, entre otras cosas, las actividades de extensión universitaria, que recuerdan la necesidad del aspecto tan destacado por organismos internacionales que es posibilitar un aprendizaje permanente a los ciudadanos.
Y terminamos con la palanca operativa.
10. Gobierno. Para alcanzar los estándares de calidad se requiere una dirección profesional, eficaz, participativa. Al final, mucho se juega en el entorno donde se toman las decisiones, se ejercita el liderazgo, se asume la responsabilidad. Como en todas las organizaciones, quienes gobiernan tienen la misión de orientar los medios hacia el fin al que se aspira.
El hecho de que una institución se dedique prioritariamente al conocimiento no puede menos que colisionar con una sociedad que busca en todo un rendimiento inmediato. Aun así, la universidad no puede renunciar a su misión, y tiene que seguir esforzándose en contribuir a enriquecer la cultura cívica, la convivencia y la cohesión social. Ha de aspirar a la calidad y merecer reputación.