Fernando Echarri, Profesor del Máster en Biodiversidad, Paisajes y Gestión Sostenible, Universidad de Navarra
Responsabilidad para conservar el planeta
Tal y como se recuerda hoy, Día Mundial de la Biodiversidad, ésta es un bien general de la humanidad que debemos respetar. No obstante, si bien la conservación de la multitud de especies que cohabitan con nosotros el planeta es un deber común, la biodiversidad se ve cada vez más amenazada por los numerosos daños causados por el hombre.
Entre las amenazas más destacadas, se encuentran la modificación o desaparición de espacios naturales, la introducción y propagación de especies exóticas invasoras, la sobreexplotación de recursos naturales y la contaminación. En ocasiones, la magnitud de estos problemas ambientales puede hacernos caer en posturas catastrofistas, desmotivarnos o hacernos pensar sobre la imposibilidad de actuar individualmente con eficacia ante peligros de tal dimensión. Tirar la toalla no es la actitud más conveniente; podemos hacer mucho más de lo que pensamos.
En primer lugar, hay que recalcar que la gestión de las especies implica la gestión de los ecosistemas a los que pertenecen. La conservación de las especies requiere el mantenimiento de los espacios donde habitan. Así, no resulta posible conservar el urogallo, el quebrantahuesos o el oso si no cuentan con un territorio adecuado donde desarrollarse. Tampoco es factible que sobrevivan si no existen las especies vegetales o animales con las que se alimentan y cobijan, o bien que intervienen directamente en su biología.
Precisamente, es en esa gestión donde podemos intervenir a través de nuestros comportamientos y acciones diarias. Cada uno puede y tiene la responsabilidad de no contaminar tanto, no degradar el medio, no introducir especies no autóctonas ni utilizar más recursos aparte de los necesarios.
La solución a la pérdida de biodiversidad pasa, entre otras acciones, por el respeto que mostremos cada uno a nuestro entorno, a nuestra casa. Un respeto que asuma que algunas acciones locales pueden tener consecuencias en otras zonas geográficas y prolongarse en el tiempo, afectando a generaciones futuras. Esto depende de los principios que nos hayan inculcado, por lo que la educación en valores –fundamentalmente en el respeto– representa una de las claves para asegurar la conservación de la biodiversidad.
Esta pluralidad tan rica se percibe en el medio social, integrante del medio natural, a través de la multiculturalidad, para la cual muchos de nosotros quizá no estemos preparados. Aun hoy nos cuesta abrir la mente a otras formas de pensar, otras culturas, a esa otra forma de biodiversidad merecedora de respeto.
En el Día Mundial de la Biodiversidad, todo esto nos debe servir para reflexionar atendiendo a la corresponsabilidad, el respeto y la solidaridad, tanto intra como intergeneracional. Se trata de actuar teniendo en cuenta el nivel local y global; el medio natural y el medio social, indisolublemente unidos; y hacerlo desde el yo, el aquí y el ahora.