Juan Antonio Ramos-Yzquierdo, Profesor de la Facultad de CC. Económicas y Empresariales, Universidad de Navarra
Innovar y liderar en tiempos revueltos
El hambre agudiza el ingenio. Los tiempos difíciles son los más propicios para convertir en valor las ideas, porque en esto consiste la innovación. "¡Pero hombre, no me hable usted de innovar con la que está cayendo!". Pues sí, de innovar le hablo, porque es una necesidad, si lo que queremos es sobrevivir. La innovación no es un capricho, es una necesidad.
Algunas decisiones resultarían simplemente inocentes si no fuera porque conllevan trágicas consecuencias para todos. Como, por ejemplo, la feliz idea de recortar presupuestos para la innovación. Recortar presupuestos del Estado puede ser una virtud en sí, pero la calidad de lo que se recorta, importa. Y la innovación para un país, o sea, importar lo que se dice importar, importa, y además resulta que también exporta, y facilita exportar, algo de lo que estamos muy necesitados.
Pero esto no es más que un síntoma del enfermo, el problema real al que nos enfrentamos es mucho más profundo. En primer lugar, necesitamos previamente restaurar valores en desuso, como el esfuerzo, el mérito y la excelencia, dado que en última instancia son las personas las que innovan. Y si la mediocridad lo inunda todo, se nos presentan dos cuestiones: dónde van a surgir las ideas transformadoras y qué mecanismos tenemos para convertir esas ideas en valor, en riqueza para las organizaciones y para la sociedad en su conjunto. Por otro lado, dentro de las empresas, se hace urgente capacitar a las personas para innovar. Porque innovar no es sólo una cuestión de investigadores, científicos o tecnólogos. Todos podemos innovar.
Cambio de paradigma
Dentro de las posibilidades que ofrece la innovación, se concede excesiva importancia a la innovación tecnológica y de producto, hasta el punto de haberse convertido en un tópico el hecho de identificar la innovación con la tecnología o con la invención de nuevos productos. Hay otro tipo de innovación, la innovación organizativa, la innovación de procesos en las organizaciones, que merece especial atención en estos momentos. Se trata de mejorar la gestión, de organizar el trabajo de forma más eficiente y eficaz, de ser más ágiles, más flexibles, pero también más humanos.
La relación entre la mejora del rendimiento de las personas y la mejora del rendimiento de las organizaciones es exponencial. Y no siempre se precisa el uso de tecnología para ello. En muchos casos el problema al que se enfrentan las empresas es anterior y decisivo. Es un problema cultural, es preciso vencer resistencias y abrirse a nuevos paradigmas, a nuevas formas de organizarse y gestionarse.
Y claro, esto es difícil, porque primero hay que mirarse dentro, y en ocasiones es mejor no conocer lo que uno se puede llegar a encontrar, porque llegaríamos a la conclusión de que necesitamos replanteamientos vitales drásticos.
En el fondo, nos encontramos ante un problema de liderazgo, pero el enfoque tradicional ‘hacia fuera' ahora no vale. Vivimos tiempos apasionantes, un momento de cambio de paradigma donde el enfoque, en primer lugar, debe ser ‘hacia dentro' de las personas y de las organizaciones.
Para liderar a otros, primero tienes que aprender a liderarte a tí mismo, ya lo decía Viktor Frankl, y algo después Kenneth Blanchard y algunos más. A ver si van a tener razón.