Pablo Blanco Sarto, Profesor de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra
La escoba de Francisco
El viaje del Papa a Chile y Perú
En Chile, un huracán; en Perú, un mar de gentes. Dos países vecinos que muestran las dos caras de Latinoamérica: una ideologizada y otra más tranquila y acogedora. Cada una con sus retos. En Chile el tema-estrella fue los abusos sexuales, por los que Francisco pidió perdón. En Perú, la corrupción política que llega a elevadas esferas. Corrupción, en cualquier caso, externa e interna. Con los obispos peruanos, el papa Francisco había dicho que de san Martín de Porres, el santo mulato, se quedaría con la escoba con la que barría su convento.
Francisco admitió que “toda América Latina sufre una decadencia en materia política”. “La política está muy enferma”, subrayó, a la vez que invitó a “no descuidar este mundo de la política”. Sobre todo, “si caemos en manos de gente que solo viven para la corrupción, estamos fritos”. Pero “la denuncia no es la única arma, sino también la persuasión”, explicó el papa con audacia. Con la misma con que le ha tocado a él hacer limpia dentro de la Iglesia, llámense Karadima o Figari.
Así, hubo también mensajes esperanzadores, como la vocación de los jóvenes para el sínodo del próximo otoño o el de la Amazonía de 2019. La vuelta a lo natural y lo sobrenatural, que tenemos inscritos en nuestro propio ser. “No entendía mucho porqué insistían tanto” los obispos del lugar. “Ocho años después llegó la Laudato sí y empecé a comprender lo que era el mundo ecológico, las reservas que se viene abajo, la importancia de los pueblos…”, dijo Francisco, “…que se ven avasallados”. Por tanto, corrupción, opresión y contaminación vienen juntos también en Latinoamérica. Y (digan lo que digan) Francisco ha sacado la escoba en Chile, en Perú y en el mundo entero.