Víctor Pou, Profesor del IESE, Universidad de Navarra
Zapatero y el profeta Daniel
Después de citar textos del Deuteronomio - libro bíblico del Antiguo Testamento-en su discurso pronunciado el día de la oración en Washington ante Obama, a Zapatero se le podría aconsejar que perseverara en sus lecturas bíblicas y que, por ejemplo, prestara una especial importancia a lo que se cuenta del profeta Daniel durante su cautiverio en Babilonia.
Mientras el rey Baltasar y su corte celebraban banquetes e impíamente bebían vino en los preciosos vasos que habían tomado del templo de Jerusalén, aparecieron los dedos de un hombre escribiendo en los muros de palacio las siguientes tres misteriosas palabras con letras de fuego: Mane, Thecel, Phares. Cuentan que ninguno de los sabios del rey Baltasar las pudo descifrar. Solamente el profeta Daniel fue capaz de ello. Según Daniel, Manes significaba "contado", es decir, que los días de reinado de Baltasar estaban contados. Thecel significaba "pesado": el rey Baltasar había sido examinado por su pueblo y no había dado el peso que se debía exigir a un buen monarca. Phares significaba "dividido", o sea, que al reino de Baltasar le esperaba un rápido descuartizamiento. Desde entonces, aquellas tres terribles palabras se emplean para aludir a un fin próximo, fatal y desastroso que se prevé para algo. Daniel acertó plenamente en su profecía. Al cabo de poco tiempo, las tropas persas de Ciro entraron y pusieron fin al reinado babilónico de Baltasar.
Zapatero haría bien en aplicarse a sí mismo la sagaz interpretación del profeta Daniel, muy particularmente en lo que se refiere a la crisis económica española. Los días de su segunda legislatura están contados, ¿los empleará correctamente para enmendar errores pasados? La opinión pública reprueba su gestión con mayor severidad cada día que pasa, hasta alcanzar niveles de falta de credibilidad como primer mandatario del país que baten récords en la democracia española. ¿Será capaz de darle la vuelta a esta tendencia que parece imparable? La división dentro de su propio partido sobre las medidas que debe adoptar para hacer frente a la crisis es creciente, ¿podrá evitar semejante confrontación interna? Si es capaz de rectificar una trayectoria que aparentemente conduce al desastre, no se podrá dar en absoluto por mal empleada su iniciación bíblica como invitado especial del día de la oración.