Publicador de contenidos

Volver 20220124_ics_opinion_africa

África: una cultura milenaria que deja huella en Occidente

24/01/2022

Publicado en

The Conversation

Sarali Gintsburg |

Grupo Discurso Público, Instituto Cultura y Sociedad, Universidad de Navarra

La historia de la cultura africana se remonta muy atrás en el tiempo: la mayoría de los científicos están de acuerdo en que los primeros humanos evolucionaron en África. Algunos de los restos más antiguos provienen de un emplazamiento humano primitivo en Olduvai Gorge, en Tanzania, y tienen alrededor de 1,8 millones de años.

La palabra “África” se usó por primera vez para describir todo el continente en el siglo XV, pero sus habitantes han estado siempre en contacto entre sí y con el resto del mundo, comerciando, peleando o compartiendo nuevas ideas a lo largo de los ríos, a través de los desiertos o junto al mar. Aunque las tradiciones orales, la música y la danza son una característica importante de África, este continente también alberga ricas y antiguas tradiciones de literatura escrita.

En la Antigüedad, la costa mediterránea de África era un lugar donde los pobladores de Oriente Medio, Grecia y Roma entraban en contacto con personas del norte y del África subsahariana. En el oeste de África, los reinos africanos existieron durante miles de años y, a mediados del siglo XIII, Malí se convirtió en el imperio más poderoso de África occidental. Otros imperios y reinos como Songhai y Benín mantuvieron un extenso intercambio comercial y cultural con los Estados árabes vecinos y con los europeos. Los contactos con Europa se intensificaron a finales del siglo XV, cuando los reyes congoleños se convirtieron al cristianismo, introducido por los exploradores portugueses.

África puede ser oscura

Desafortunadamente, Europa también llevó a África un comercio intensivo de esclavos. A partir del siglo XV, estos fueron trasladados de forma masiva a otros continentes: conocemos mucho sobre el comercio triangular del Atlántico, pero algo menos sobre la trata en el océano Índico. Se sabe muy poco, a menudo de manera anecdótica, sobre la presencia y la vida de los africanos en Europa durante este tiempo.

Las cosas empeoraron aún más tras la Conferencia de Berlín de 1885, cuando varios Estados europeos dividieron el continente en nuevos países, no en función de las similitudes y preferencias culturales, políticas, lingüísticas o religiosas de los africanos, sino de las apetencias de Gran Bretaña, Francia, España, Alemania, Portugal, Bélgica e Italia. Incluso hoy, los conflictos africanos se inspiran regularmente en las consecuencias del acaparamiento de tierras que tuvo lugar hace casi 150 años.

África es arte y es tecnología

El arte africano en todos sus estados y formas es bien conocido y apreciado en la cultura occidental: cualquier museo respetable en esta parte del mundo posee una colección de arte africano tradicional y, a veces, incluso contemporáneo. Los cuentos populares africanos, así como la literatura escrita, son bien conocidos.

Aunque no se suele hablar sobre esto, los africanos que fueron arrancados de su continente para ser vendidos como esclavos contribuyeron considerablemente al desarrollo de tecnologías en Occidente. Es el caso de los africanos en las Américas: la diáspora de África occidental llevó allí la cultura de la domesticación de animales y el cultivo de arroz. La diáspora africana de la Alta Guinea llevó consigo la tecnología de cultivo y procesamiento del índigo (cuando vista sus vaqueros favoritos, dé las gracias a los africanos).

Desafortunadamente, no ha trascendido mucho sobre la huella africana en el desarrollo de las tecnologías europeas.

Los nuevos europeos africanos: ¿estancados en el pasado?

Para muchas personas con ascendencia africana, aprender sobre el pasado del continente es interesante y un medio para descubrir sus propios orígenes. Las personas, los lugares y los objetos culturales famosos continúan desempeñando un papel importante en la formación de las identidades africanas, a menudo mirando tanto al pasado lejano como al pasado reciente.

Muchos artistas, poetas, novelistas, bailarines y músicos representan o se inspiran con frecuencia en la historia y las tradiciones de África a la hora de desarrollar su trabajo. Además, hay varias iniciativas para crear espacios digitales africanos, como archivos digitales para documentar el pasado.

Estas iniciativas resultan de gran importancia. Pero lo que se necesita ahora es poner el foco en los europeos africanos contemporáneos (a quienes llamamos inmigrantes y refugiados), que son la mayoría y cuyo presente no es tan glorioso como su pasado.

Como dijo el famoso filósofo africano Leopold Senghor, los africanos modernos –y especialmente los inmigrantes– están divididos entre su pasado africano y su presente occidental. Buscan nuevas identidades y podemos ayudarles a encontrar formas de llegar a una solución que no resulte demasiado conflictiva. Tal vez es hora de pensar en nuevos museos y espacios participativos: lugares en los que los afroeuropeos puedan reunir su propio patrimonio, su propio presente y reflexionar sobre su futuro.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

The Conversation