Alejandro Navas García, , Profesor de Sociología de la Universidad de Navarra
Izquierda y derecha: un intento de clarificación
El hombre y la sociedad se exigen mutuamente, no pueden pensarse por separado. Pero caben diferentes acentos: la izquierda prima la sociedad, a la que debe someterse el individuo; la derecha pone en primer lugar a las personas, a cuyo servicio debe estar la sociedad
El PSOE, malparado en las elecciones y en las encuestas, ha celebrado en los primeros días de noviembre su Conferencia Política. Se trataba de buscar solución a las diversas crisis que afectan al partido. Rubalcaba ha conseguido aparcar los asuntos conflictivos -Cataluña, las primariasy ganar un poco de tiempo. Con alivio y voluntarismo podía resumir: «El PSOE ha vuelto». En lo programático queda un giro a la izquierda, un PSOE más rojo, que reafirma su identidad atacando a la «derecha desalmada, que hace cosas repugnantes» y a la Iglesia.
¿Qué significan exactamente izquierda y derecha en el plano político? Los científicos sociales reconocen que se trata de conceptos equívocos, pero los ciudadanos se siguen sirviendo de ellos para orientarse en el espectro político. De ahí que tenga sentido intentar una clarificación, aun esquemática.
La izquierda ve la sociedad como un mecanismo, que se puede armar y desarmar a voluntad. Esa plasticidad permite elaborar diseños sociales ideales. Para la derecha, la sociedad se parece más a un organismo. Por tanto, no es posible descomponerlo en sus elementos sin matarlo. Esta condición impone estrechos límites a la proyectabilidad social.
El hombre y la sociedad se exigen mutuamente, no pueden pensarse por separado. Pero caben diferentes acentos: la izquierda prima la sociedad, a la que debe someterse el individuo; la derecha pone en primer lugar a las personas, a cuyo servicio debe estar la sociedad. Desde la izquierda bastaría con manipular adecuadamente las estructuras sociales para alumbrar una nueva humanidad; por eso la importancia de la educación. La derecha piensa, en cambio, que el individuo debe asumir la gestión de su propia vida, en un ejercicio de libertad y de responsabilidad personales.
El valor político supremo para la izquierda es la igualdad o, muy emparentada con ella, la solidaridad. De ahí que su principal enemigo, auténtica bestia negra, sea el elitismo. Para la derecha la libertad constituye el valor superior. La igualdad se entiende aquí como igualdad de oportunidades. Se supone que a partir de esas condiciones homogéneas de partida, los diversos actores llegarán a posiciones finales distintas, en función de la diversidad de capacidades, del esfuerzo desarrollado y de la suerte en la vida. La izquierda querría la igualdad final, como resultado y no como presupuesto.
En la economía, la izquierda confía en la planificación y regulación estatales. Pone el acento en la distribución. El principio de reparto sería la necesidad. La derecha apuesta por el mercado y la iniciativa privada y prioriza la producción, la creación de riqueza. El criterio de reparto sería el mérito. Es típico que la izquierda en el Gobierno gaste más de lo que ingresa, incrementando la deuda y llevando la hacienda pública a la bancarrota. Entonces viene la derecha, para sanear las cuentas y, una vez aplicados los correspondientes ajustes, estimular el crecimiento económico. En cuanto hay superávit, los ciudadanos se cansan de la disciplina y votan a la izquierda para incrementar el gasto público y las prestaciones sociales. Cuando el erario quede exhausto, se llamará de nuevo a la derecha… y así se explica en buena medida la alternancia entre izquierda y derecha al frente del Gobierno, al menos en clave económica.
Desde la moral podríamos señalar sendos vicios característicos de las dos posturas: la envidia de la izquierda y el egoísmo de la derecha.
Izquierda y derecha son tributarias de posiciones antagónicas en relación con el pecado original. La izquierda no cree que exista y piensa que los problemas de la humanidad se pueden resolver con la ingeniería social. Las reformas estructurales bastarán para instaurar la justicia definitiva, el paraíso en la Tierra (Marx). La derecha, por el contrario, es pesimista. Cree en el pecado de origen y piensa que, en el fondo, el hombre es incorregible. De ahí que sea preciso extremar la vigilancia: ley y orden.
Se puede tener la impresión de que nos encontramos ante dos frentes perfectamente delimitados, que permitirán una taxonomía limpia. No es así, y la vida es siempre más rica que las clasificaciones esbozadas sobre el papel. Por ejemplo, cabe también un estatismo de derechas. La izquierda apunta a un futuro utópico, paraíso celestial bajado a la Tierra, mientras que la derecha mira con nostalgia al pasado, cuando el mundo estaba en orden. Las dos quieren utilizar el poder estatal para ir adelante o para volver atrás; comparten el rechazo del presente y la enemistad hacia los responsables de la situación actual: democracia liberal, capitalismo, judíos. No sorprende que Hitler y Stalin pudieran asociarse para combatirlos.
En definitiva, las etiquetas de 'izquierda' y 'derecha' parecen convencer al pueblo soberano, que las sigue utilizando para hablar de política, pero con frecuencia no resultan suficientemente claras. Hay que precisar su sentido en cada caso.