25/01/2021
Publicado en
César Martín-Gómez |
Profesor e investigador de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra
Cuando me formaba como arquitecto, allá por 1995, recuerdo una apasionada sesión del profesor Juan Carlos Valerio, quien, a su vez, recogía lo aprendido de sus maestros para trasladarnos una lección fundamental: el principal reto de construir edificios de vivienda colectiva consiste, justamente, en crear viviendas, no ‘muriendas’. Aspiramos a diseñar espacios donde la gente -nosotros, todos- pueda vivir en plenitud; con toda la intensidad, lo bueno y lo malo, que supone la palabra ‘vivir’. Y huir por lo tanto, de la mera generación de espacios donde los usuarios se ‘gastan’ lentamente mientras llega la muerte.
Pasado casi un año desde que la pandemia se hiciera omnipresente, se han multiplicado los artículos, noticias, reportajes y videos, en los cuales un heterogéneo grupo de personas -desde arquitectos a economistas, abogados o ingenieros- hablan de las viviendas del futuro. Esas ‘casas venideras’ deberán ofrecer, según se anuncia, ventilación cruzada, espacios comunes amplios, espacios reversibles en función de los usos, mejor interacción interior-exterior o integración de energías renovables. ¿Quién no compraría tantas comodidades y avances?
La paradoja de estos planteamientos radica en que casi ninguno es nuevo. La mayor parte de las respuestas a los problemas planteados, ¡se pusieron en práctica hace más de ochenta años! Así, el lector y lectora interesado puede recurrir a su buscador de internet favorito y encontrar conceptos como “terraza vivienda Le Corbusier”, “ventilación Jean Prouvé”, “soleamiento Alvar Aalto”, o el castizo caso de “Casa de las Flores Madrid”. Búsquenlos y déjense sorprender.
Por supuesto, requieren de una lectura adaptada a 2021, a la aplicación de la tecnología actual y a las expectativas y las necesidades de la sociedad a corto y medio plazo. También a la realidad que nos ha traído el coronavirus y que, como hemos visto en un estudio reciente en el que la Escuela de Arquitectura ha participado junto con la Facultad de Ciencias de la Universidad de Navarra, queda patente nuestra incapacidad de mantener siquiera la distancia de seguridad en el interior de los edificios aún siendo conscientes de que debemos hacerlo.
Muchas de esas propuestas representan un incomparable punto de partida. Es el caso de las viviendas-sociales en Saint-Ouen (París) o el extraordinario caso de las viviendas experimentales de Nemausus en Nîmes, ambas del arquitecto Jean Nouvel a finales de los ochenta, donde se aportó como concepto que el auténtico lujo de las viviendas fuera el espacio. De ese modo consiguió diseñar viviendas con el 50% más de espacio por el mismo precio. Lo hizo mediante la incorporación de grandes terrazas, de fachadas que se abrían de par en par para dejar pasar la luz y permitir la ventilación cruzada. ¿Les suena? Podrá discutirse su estilo, pero no tendría sentido iniciar los debates actuales sobre las viviendas poscovid partiendo de cero cuando existen muchos ejemplos -construidos, habitados, testados y analizados- desde hace décadas.
Del mismo modo que no convendría planear una colonia humana en Marte sin analizar y tener en cuenta lo aprendido en las misiones de la humanidad a la Luna, en Arquitectura no podemos planificar ciudades y levantar edificios que vivirán nuestros hijos y nietos sin tener en cuenta todo lo recorrido, tanto lo exitoso como aquellos errores que nos han traído hasta aquí.
Sin embargo, pandemia mediante, parece que tenemos demasiada prisa. Asistimos a demasiadas acciones sin reflexión lógica y, lo que es peor, a demasiadas ansias por inventar de nuevo la rueda. ¿No deberíamos, mejor, centrarnos en adaptar los buenos ejemplos del pasado a las necesidades actuales con la increíble tecnología que nos ofrece el siglo XXI?
Esa adaptación, sin romper con todo lo anterior y sin necesidad de crear modelos tipológicos absolutamente disruptivos, supondría un gran avance en estos tiempos de incertidumbre. Al fin y al cabo, ¿de verdad la sociedad demanda arquitecturas, urbanismos o ingenierías que rompan con todo y creen novísimos modelos, o ‘solo’ nos está pidiendo hacerlo bien?
Los sueños de vivir, de habitar con dignidad a los que aspiraban las propuestas de Aalto, Le Corbusier o Prouvé y muchos otros representan ahora nuestra esperanza y podrían convertirse en la realidad de nuestro futuro.