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El agua en la economía circular

25/03/2019

Publicado en

Diario de Navarra

Luis Herrera Mesa |

Catedrático emérito. Departamento de Biología Ambiental. Universidad de Navarra

Durante esta semana se celebra otra importante efeméride en el campo ambiental, como es el Día Mundial del Agua. Esta fecha señalada en el calendario sirve para recordar que se trata dela sustancia más importante para la vida, esencial para la salud y el bienestar económico de la Humanidad.

El uso y distribución de este recurso indispensable implica casi siempre consideraciones de tipo ético.Los problemas causados por su falta de disponibilidad subyacen en algunos de los conflictos más graves entre los pueblos y comunidades.

De hecho, las sequías causan más muertes por hambruna y más pérdidas económicas que cualquier otro desastre natural. En torno a dos tercios de la población mundial vive actualmente en áreas que experimentan escasez de agua durante al menos un mes al año.

Además, el control del agua implica no sólo el control del bienestar económico,sino el de la propia vida. En las últimas décadas, varias conferencias internacionales han invocado principios éticos, como el de la necesidad de garantizar a todos los seres humanos las necesidades básicas de agua. Entre estas conferencias cabe citar la Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1992.

Las estimaciones sobre las personas que no tienen un acceso fácil al agua potable representa el 25% de la población mundial, y alrededor de la mitad de la población mundial no dispone de un sistema adecuado de saneamiento para eliminar sus excretas y residuos domésticos. Estos dos factores combinados dan lugar a las principales causas de mortalidad y morbilidad en esos países.

Una política hidráulica integral ha de tener en cuenta los efectos negativos de la contaminación sobre la calidad de vida y el medio ambiente, e incluir medidas de depuración de los vertidos urbanos e industriales.

En este sentido, en una conferencia pronunciada recientemente en el Real Casino de Santa Cruz de Tenerife, expuse la reflexión sobre el uso del agua como un producto más de la Economía circular. En ella expliqué que las aguas residuales, una vez depuradas, pueden ser tratadas en plantas regeneradoras adecuadas y reutilizarse (para uso agrícola o recreativo, en el riego de campos de golf, de parques y jardines, etc.) si se aplican unos controles de calidad garantizados.

Esta gestión del agua como un producto más de la Economía circular se basa en su uso responsable a través de las conocidas “tres erres”: reducir, reciclar y reutilizar. En primer lugar, en los diferentes usos del agua –doméstico, urbano, agrícola, urbano, industrial, recreativo, etc.- resulta necesario reducir el consumo mediante tecnologías más avanzadas, así como evitar al máximo las pérdidas de agua en las redes de suministro y distribución.En segundo lugar,urge disponer de las infraestructuras necesarias -plantas depuradoras y regeneradoras- para reciclar las aguas de los efluentes urbanos e industriales y reutilizarlas,regeneradas ya,para determinados usos. La idea subyacente es que el flujo lineal del agua (recurso – agua/producto - agua residual) debe transformarse en un flujo circular (recurso – agua/producto - agua residual - recurso reciclado o agua regenerada).

La reutilización de las aguas depuradas resulta esencial en el ciclo natural del agua. Por ello, la Directiva Marco del Agua de la Unión Europea (2000/60/CEE) propone su reutilización como una medida para solucionar los problemas de la escasez de agua. Esa “segunda vida” del recurso hídrico es una práctica común sobre todo en las regiones áridas y semiáridas, en aras de la sostenibilidad ambiental.

Asimismo, las tecnologías actuales de depuración permiten obtener efluentes de agua (líquido que procede de una planta industrial) regenerados y de diversas calidades. De este modo se puede emplear en diferentes usos (agrícola, industrial, recreativo, municipal, etc.). Gestionar la reutilización del agua requiere tratamientos terciarios avanzados. También ponderar el coste económico en relación a los beneficios. No obstante, constituye un imperativo que entendamos este recurso dentro de los parámetros de la Economía Circular o, de otro modo, se agravarán y mucho los efectos perversos derivados del no acceso a un agua de calidad.