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Pablo Blanco, Biógrafo de Benedicto XVI y profesor de Teología en la Universidad de Navarra

¿Cuál es su legado espiritual?

mar, 26 feb 2013 11:23:00 +0000 Publicado en La Razón, 25 de febrero de 2013

¿Se podría decir que la espiritualidad de Benedicto XVI pasa por una centralidad de Cristo en su mensaje?

-Sí, éste es, sin duda, uno de los puntos centrales de los que se ha hablado muchísimo. Benedicto XVI siempre cuenta una anécdota en este sentido: una vez vinieron a verle unos obispos latinoamericanos y le contaron que unos indígenas contactaron con ellos para agradecer a la Iglesia todo lo que había hecho por su pueblo. Construyeron una escuela, llevaron doctores, e incluso, agua potable a su poblado. Pese a todo esto, los indígenas les hablaron de la necesidad de que les hablaran de Jesucristo. A Ratzinger le sorprendió muchísimo, porque muchas veces se habla de todo lo eclesiástico pero se deja al margen a Jesucristo. Por eso, el Papa en sus ratos libres y vacaciones aprovechó para escribir las tres encíclicas.

¿Cuál es la idea, de cuantas ha planteado en su pontificado, que debería quedarnos para la posteridad?
-Junto con la de Jesús que comenté con anterioridad, la necesidad de la Iglesia. Cristo y la Iglesia están relacionados porque la Iglesia no es otra cosa que el cuerpo de Cristo. Los padres de la Iglesia decían que Cristo es la luz y la Iglesia, la luna.

¿Se podría definir a Benedicto XVI como el Papa de la palabra?

-Sí, se habla de él como el Papa de la razón, del amor y la esperanza; que son, a su vez, los títulos de sus encíclicas. En sus homilías hay mucha calidez y cercanía, la razón es innata. Benedicto XVI ha insistido en que la Iglesia debe conservar la palabra de Dios y predicarla correspondientemente.
Dicen quienes le conocen que la exquisitez a la hora de exponer sus argumentos y sus planteamientos doctrinales han llegado a su culmen en las palabras de su renuncia. ¿Está de acuerdo?

-Es probable, porque en esa renuncia esta contenido lo mejor del Papa. Él ve a la Iglesia como una comunión, en la que no gobierna solo, sino en equipo con el resto de obispos del mundo. No se considera una pieza indispensable, si se desgasta una de estas piezas, se cambia y se sigue adelante.