Según datos del Instituto Nacional de Estadística, en España hay tres millones más de perros que de niños. Las cifras varían en cada comunidad autónoma. La media de España es de 12,7 perros por cada diez niños, mientras que en la Comunidad Foral de Navarra la ratio es de 10,6.

La opinión sobre la conveniencia de adoptar perros como mascota está muy dividida. Algunas personas creen que es una moda; otras piensan que es una forma de recibir afecto sin la responsabilidad y el coste de tener un nuevo hijo. No faltan las que consideran que la mascota es una terapia para personas mayores que viven solas. De esos últimos, en la Comunidad foral hay actualmente 24.000 casos.

Para quien vive con una soledad no deseada todos los días son iguales y las ho- ras se hacen monótonas. Como consecuencia, se acaba deteriorando la salud, con posibles trastornos psicológicos. Algunas investigaciones prueban que convivir con una mascota puede evitar o paliar ese problema. La compañía y cariño que ofrecen las mascotas suele elevar el estado de ánimo y reducir los sentimientos de soledad y aislamiento. La presencia de una mascota en el hogar fomenta la actividad física, sea paseándola o jugando con ella.

Junto a esta posibilidad relacionada con el bienestar personal, convivir con una mascota tiene algunos riesgos. Uno de ellos es la afinidad excesiva del dueño con su mascota, que se expresa con el término petofilia. Es la manifestación de un vínculo profundo que va más allá de ser simples animales de compañía: se considera a la mascota como un miembro de la familia.

Con la reciente publicación en España de la Ley de Bienestar Animal (7/23 de 28 de marzo) los perros han ganado un protagonismo tan grande en esta sociedad que ahora corren el riesgo de “humanización”. Humanizar a los perros consiste en atribuirles algunas características que no corresponden a su especie, sino a la humana.

No es poco habitual encontrarnos con perros a los que les festejan el cumpleaños y son pasea- dos en cochecitos. También es frecuente ver casos de perros que tienen prohibido ensuciarse o jugar a correr con otros perros. De esta manera se coarta su auténtica naturaleza, puesto se les impide actuar como lo que realmente son: perros. Un perro humanizado es un perro que vive en constante frustración. Es por eso que muchos expertos afirman que la humanización es otra forma de maltrato animal.