Si cada uno como individuo, y la sociedad en su conjunto, cumpliésemos mejor con nuestros deberes, veríamos mejor satisfechos nuestros derechos

En estos momentos en que tanto se habla de la pérdida de derechos a causa de los recortes públicos provocados por la crisis, es bueno reflexionar sobre los deberes que también todos tenemos. Están muy relacionados. Si cada uno como individuo, y la sociedad en su conjunto, cumpliésemos mejor con nuestros deberes, veríamos mejor satisfechos nuestros derechos.

Permítanme ilustrarlo con un ejemplo en el entorno de la sanidad. El día de Navidad tuve que acudir a urgencias. Nada grave, afortunadamente, pero sí necesario, pues me torcí el tobillo y requería atención. Las Urgencias del hospital estaban repletas. Me comentaron que esto sucede cada día de Navidad. Hay gente que va a a pasar el rato. Un amigo médico me comentó que tan solo el 5% de las urgencias lo son realmente. Puede que sean más, pero todos sabemos que muchas personas acuden sin necesidad generando un coste innecesario y un peor servicio para los realmente necesitados.

Algunos, incluso, tres veces al día. ¿Se imaginan cuanto mejorarían el servicio (menor espera, mejor atención) y el coste si las urgencias fuesen la mitad? Quizá sí habría que pensar en el copago, excepto en casos excepcionales. ¿Cuántas personas dejarían de ir a urgencias si costasen cinco euros por visita? ¿Es eso cargarse la sanidad pública o velar por su uso eficiente? ¿Es eliminar derechos o es equilibrarlos con nuestra obligación de usarlos adecuadamente?

Pedimos más limpieza en las calles pero no decimos nada cuando vemos a gente tirando colillas o pintando paredes; pedimos más educación para nuestros hijos pero no les dedicamos tiempo. Y así podríamos seguir. Espero que los recortes no perjudiquen nuestros derechos como ciudadanos, pero eso solo lo conseguiremos haciendo un buen uso de los servicios públicos y cuando, como sociedad, cumplamos mejor con nuestros deberes.