Gerardo Castillo Ceballos, Profesor de la Facultad de Educación y Psicología
Jóvenes 'nini': sin presunción de inocencia
El término “nini” es actualmente despectivo. Se usó por primera vez en el Reino Unido en 1999, con la publicación de un Informe sobre los jóvenes que ni estudian ni trabajan. Se trataba de una situación nueva, ya que en épocas históricas anteriores lo normal era que quienes dejaban los estudios se ponían a trabajar y quienes perdían su empleo se preparaban para desempeñar otro.
La opinión que casi todos los adultos tenemos, en principio, de los ninis es muy negativa. Los consideramos apáticos, infantiles, inmaduros, perezosos, irresponsables, etc.…Pensamos que no les preocupa su incierto futuro y que no hacen nada por revertir su situación. A ello contribuyen las viñetas cómicas de los periódicos caricaturizándolos como vagos redomados que pasan su tiempo con videojuegos y copas. Cuando alguno de ellos intenta explicarse no le damos la oportunidad de hacerlo, porque ya les hemos condenado de antemano:
-¿Padre, sabes que me fastidia que me llamen nini?
-Ni lo sé, ni me importa.
¿Este juicio negativo inicial es justo en todos los casos? En mi opinión, es un error meter a todos los ninis (o supuestos ninis) en el mismo saco, ya que existen circunstancias atenuantes y/o exculpatorias que deben ser tenidas en cuenta y que ayudarían en su posible rehabilitación personal y social:
1-El grupo nini no es un conjunto uniforme de jóvenes; está compuesto por personas que pueden ser ninis ocasionalmente, mientras prueban diferentes opciones.
2- Jóvenes provenientes de familias humildes se ven obligados a abandonar la escuela a una edad prematura para ayudar en casa, luego es muy difícil que consigan un empleo.
3-Algunos buscaron trabajo sin éxito durante mucho tiempo, sometiéndose a entrevistas y exámenes. Por ello tienen una actitud resignada ante la realidad y optan por no estudiar, ya que piensan que no sirve para conseguir el empleo deseado.
4 – Jóvenes que son considerados ninis erróneamente. Muchos de ellos, sobre todo mujeres, decidieron dedicarse al hogar o a otras actividades que antes no se catalogaban como trabajo o empleo.
5,- Algunos han llegado a la situación de ninis sin pretenderlo, por mala suerte. Esto sucede mucho, por ejemplo, en Sudamérica: la mayoría de los ninis abandonó en su día la escuela en el momento en el que se presentó una oportunidad de ganar dinero. Pero como los empleos obtenidos son muy inestables, pronto se quedan en el paro y sin voluntad para regresar al estudio.
6- Existen ninis que son el resultado de algunos errores educativos. La mayoría surgieron porque sus padres no fomentaron en ellos desde las primeras edades el sacrificio y las virtudes relacionadas con el estudio, el trabajo y el uso del dinero. Muchos de ellos fueron niños consentidos y mimados.
Los ninis más indolentes están expuestos, entre otros, a dos peligros:
1-Carecer de futuro. Nini: ni estudia ni trabaja. Ninini: ni estudia ni trabaja, ni joven. Cuando más tiempo estén sin estudiar más difícil les resultará encontrar un empleo; no les resultará fácil superar a los demás candidatos (no ninis) para el mismo puesto en una prueba de selección, tanto por no estar actualizados en la formación como por su mal currículum.
2-La ociosidad permanente les incita a realizar muchos gastos superfluos. Al no tener el dinero que “necesitan”, pueden caer en la tentación de obtenerlo de forma demasiado fácil. Además, al ser tan vulnerables, están expuestos a que algún desaprensivo se aproveche de ellos (por ejemplo, un narcotraficante).
Si tenemos ninis en casa no vale ni mirar para otro lado ni abroncarlos diariamente. Son ninis, sí, pero “son nuestros ninis”.
A los padres les corresponde, en primer lugar, intentar rescatar a los hijos nini que nunca lo quisieron ser. Creer en ellos les ayudará a creer en sí mismos. A los ninis sin atenuantes habrá que ofrecerles ideales, pero también límites como mantenidos por sus padres.
A unos y a otros les puede ayudar leer biografías (o ver películas) como la de Abraham Lincoln. Desde sus primeros años fue un aprendiz solitario y autodidacta en los bosques de la “nueva frontera”. Su afán de saber le hacía crecerse ante las dificultades. Un ejemplo: como no tenía papel ni lápiz, escribía sobre una tabla con un palillo de carbón de leña; para borrar lo escrito utilizaba un cuchillo desbastador; como no podía comprarse un libro de aritmética pidió uno prestado y lo copió como pudo. Estaba destinado a ser leñador, como su padre. Pero como dijo Laurence de Arabia antes de atravesar un terrible e interminable desierto, “nada está escrito”.