La vida académica consiste en ser "transformador del mundo". Así definía María Iraburu, rectora de la Universidad, el fin último del profesor universitario. Algunos hablan de la "mejor profesión del mundo"; y Jaime Nubiola, maestro de maestros en la Facultad de Filosofía y Letras, recién jubilado, decía que el buen profesor en el que sabe sacar lo mejor de cada estudiante: el que es capaz de "pedir peras al olmo". En noviembre, el profesor Rodríguez Ibabe de la Escuela de Ingeniería, se refería a la vida del profesor universitario como la ascensión a una cumbre.

Independientemente de cómo se explique, el valor de un buen profesor durante la etapa universitaria es algo indudable. Sobre todo, porque es una experiencia siempre compartida. Todos tenemos en la cabeza la figura de ese profesor o esa profesora que cambió nuestra visión de las cosas, que nos dio un enfoque distinto y, sobre todo, que nos hizo querer saber más y más.

Hoy en día, en un mundo plagado de respuestas rápidas, parece que la universidad -o más bien, la profesión universitaria- ha perdido frescura. Pero no creo que sea así. La carrera académica ofrece desafíos apasionantes y fundamentales en la sociedad actual.

Siempre en vanguardia. La universidad viaja con las maletas llenas del saber recogido durante siglos, en un vuelo constantemente nuevo. La innovación es, por definición, universitaria. En la vida académica, no hay espacio para "el siempre se ha hecho así". Cada generación de estudiantes trae algo nuevo. Y los problemas de nuestra sociedad nos ofrecen continuos retos.

ADN internacional. Redes de colegas en todos los rincones del mundo con un interés común. Ese detalle que mejora una ley…, esa leve modificación en una partícula que podría significar el gran cambio en la Medicina…, esa intuición que puede resolver un gran problema global… Profesores de otras culturas, con distintas tradiciones pero que comparten la misma esencia: ser universitarios, buscar la verdad.

Servicio a la sociedad. No hay mayor satisfacción que ese email del que fue un día estudiante en el que ahora te cuenta cómo todavía se acuerda de una de tus clases o aquel consejo que le diste en una situación apurada de su vida. Aunque sea a una sola persona, no es poco.

"La Universidad no es solo una forma de vida, sino una forma de estar en el mundo", explicó Ricardo Piñero, catedrático de Estética de la Facultad de Filosofía y Letras en la primera edición del evento de "Talento Académico: la vida universitaria como carrera profesional". De eso se trata: de ejercer a conciencia esa forma de estar en el mundo que compete de manera especial al profesor universitario.

El próximo jueves 29 de febrero, en la sede de la Universidad en Madrid, continuaremos hablando de esto. De la fuerza de la docencia y la investigación para servir a la sociedad. De cómo el estudio puede cambiar vidas. Estáis todos invitados, "transformadores del mundo".