Rodolfo G. Campos y Gonzalo Gómez Bengoechea, Profesores del IESE, Universidad de Navarra
El camino del exceso
España debe pedir prestados 24.000 millones de euros en el mes de julio. Casi tres veces más que lo que Grecia necesitó obtener el pasado mayo. El Gobierno griego se encontró con que los mercados no estaban dispuestos a prestarle los 8.500 millones de euros que precisaba para hacer frente a sus vencimientos de deuda. Este fue el motivo que originó la «intervención» de la economía griega por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la Unión Europea (UE). ¿Es posible que España esté recorriendo ahora el mismo camino que Grecia entonces?
Si medimos nuestros próximos vencimientos de deuda como porcentaje del PIB, nuestra situación es mejor que la griega en mayo: suponen el 2,4% de nuestro PIB, frente al 3,6% en el caso heleno.
El problema para España es la variable clave de esta ecuación: el PIB. Al igual que cuando una persona adquiere un crédito bancario, quienes adquieren deuda pública estiman la capacidad de repago del acreedor. Y en el caso de un país lo hacen, fundamentalmente, a través de la evolución esperada del PIB.
Y es ahí donde se encuentra nuestra principal debilidad. La falta de concreción y la ausencia de medidas creíbles a la hora de llevar a cabo las ya célebres «reformas estructurales» (mercado de trabajo, sector financiero, etc…) resta potencial de crecimiento a nuestra economía y eleva los intereses que hemos de pagar por el dinero que nos prestan. Un problema que puede traducirse en una espiral de déficit y deuda imparable, con los efectos perniciosos ya vistos en Grecia.