26/01/2022
Publicado en
The Conversation
Javier Larequi Fontaneda |
Investigador junior Navarra Center for International Development, Universidad de Navarra
Tijan L Bah |
Resident Fellow, Navarra Center for International Development, Universidad de Navarra
Cientos de gambianos se concentraron el pasado 5 de diciembre en las puertas de la sede del Partido Democrático Unido (UDP) para protestar contra el resultado de las últimas elecciones presidenciales en Gambia, que dieron como vencedor al candidato Adama Barrow con el 53 % de los votos. Al mismo tiempo, los seguidores del ganador también celebraron en Banjul, la capital, su incontestable victoria.
Gambia tiene un sistema de votación único, en el que el electorado utiliza canicas en lugar de papeletas en las elecciones. Se trata de un sistema transparente que evita la manipulación y que fomenta una gran participación de los votantes, que en las últimas elecciones llegó a casi el 90 % del censo.
Cada votante tiene una canica que deposita en una de las urnas (tambores sellados). El número de urnas está determinado por el número de candidatos. Cada una de ellas está marcada con la fotografía de cada candidato y pintada con el color y el símbolo oficial de su partido, lo que permite que los votantes reconozcan fácilmente a su candidato preferido.
Barrow, actual presidente y candidato del Partido Nacional del Pueblo arrasó con más de la mitad de los apoyos (53 %). Los candidatos Ousainou Darboe, con un 27,7 % de los votos, y Mama Kandeh, con apenas un 12,3 %, quedaron en segundo y tercer lugar respectivamente.
La Unión Africana, la Unión Europea o Estados Unidos aseguraron que las elecciones han sido “justas, transparentes y creíbles”, pero Darboe ha presentado un recurso contra los resultados. Según la oposición, el recuento de los votos duró más tiempo de lo esperado y se registraron incidencias en algunos colegios electorales.
Sin embargo, el Tribunal Supremo de Gambia rechazó el pasado 28 de diciembre el recurso presentado por la oposición para evitar la reelección de Barrow, al que han acusado de pedir el voto de los electores con regalos durante la campaña electoral. El recurso no ha sido admitido por un defecto de forma, al no haber entregado una copia del mismo al Partido Nacional del Pueblo, ganador de las elecciones, tal y como exige la ley electoral.
Las elecciones de Gambia se han visto con mucho interés en España, el tercer país que más inmigración de gambianos recibe, solo por detrás de Italia y Senegal. El 72 % de estos migrantes viven en Cataluña, donde cuentan con consulados en Barcelona y en Gerona, además de los de Almería, Las Palmas de Gran Canaria, Madrid y Zaragoza.
Uno de los países menos violentos de África
Las dudas creadas por la oposición en los resultados electorales de Gambia no son una buena noticia para un continente africano que ya sufrió cuatro alzamientos militares en 2021 en Chad, Mali, Guinea y Sudán. No obstante, Gambia, además de ser el país más pequeño y más pobre de África continental, también es uno de los menos violentos. Fue durante un siglo, hasta 1965, una colonia del Imperio Británico, del que se independizó pacíficamente y del que también heredó una gran cultura política como consecuencia del establecimiento del sufragio universal por parte de los británicos en 1960.
La gran diversidad étnica y lingüística de Gambia, que también se traslada a las elecciones, tampoco ha causado conflictos civiles en un país en el que el 90 % de la población practica el islam. Incluso el golpe de Estado emprendido por el entonces joven militar Yahya Jammeh en 1994 no provocó derramamiento de sangre.
Sin embargo, Gambia no tuvo una transición fácil en 2016, cuando cambió un régimen autoritario mediante elecciones. La transición, aunque tensa, tampoco acabó en conflicto civil. El presidente Jammeh, tras 22 años ininterrumpidos en el poder, perdió las elecciones y reconoció su derrota, pero luego cambió de opinión y se negó a dimitir. Fue necesaria la presión nacional e internacional y la intervención militar dirigida por las tropas de la CEDEAO en enero de 2017 para obligar a Jammeh a huir a Guinea Ecuatorial, donde le acoge el dictador Teodoro Obiang.
Jammeh fue derrotado entonces por Adama Barrow, un empresario del sector inmobiliario poco conocido en el mundo de la política. Si bien muchos vieron en él un presidente temporal, ahora ha conseguido arrasar en las urnas. Aunque inicialmente consiguió ser presidente con el apoyo del UDP, su negativa a cumplir la promesa de permanecer solo tres años en el poder y ocupar la presidencia durante cinco le llevó a romper con el partido y a presentarse en esta ocasión con el Partido Nacional del Pueblo.
Las conclusiones de la Comisión de la Verdad
Durante estos años, Gambia ha vuelto a formar parte de la Commonwealth y ha visto cómo ha aumentado la llegada de turistas y la actividad comercial. Además, una Comisión de la Verdad, la Reconciliación y la Reparación ha sacado a la luz la represión llevada a cabo por Jammeh durante sus años en el poder, en los que abundaron las violaciones contra los Derechos Humanos.
En sus conclusiones, publicadas recientemente, la Comisión ha acusado al exmandatario de Gambia de la muerte de estudiantes, de crímenes contra periodistas y políticos opositores y de la violación de una joven reina de la belleza, así como de torturas y persecuciones. Ahora la pregunta es si Jammeh será juzgado por una corte internacional africana.
Llama la atención que Barrow se haya presentado a las elecciones en coalición con la Alianza para la Reorientación Patriótica y la Construcción, el antiguo partido de Jammeh, lo que durante un tiempo ha sido interpretado como una posible reconciliación con el exdictador. Sin embargo, las dudas se disiparon cuando este criticó la alianza y apoyó a Kandeh en las elecciones, candidato que finalmente ha quedado en tercer lugar.
Junto a la aprobación de una nueva Constitución y la actualización de muchas leyes de la época colonial, quizás el mayor reto de Barrow en la actualidad es promover la vacunación en Gambia, donde muchos creen que la covid-19 es exclusivamente una enfermedad de blancos.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.