Los ránkings usan indicadores medibles, reduciendo a números realidades tangibles, cuantificables. Aunque esto se vea como algo frío y reduccionista, hoy en día estos números tienen un valor importante ya que ofrecen información a muchas personas para elegir su lugar de estudio o trabajo. Asimismo, para la universidad son una herramienta de mejora y estimula la transparencia. Por eso los ránkings, bien gestionados, pueden prestar un gran servicio y cumplir una importante función social. Lo mismo se podría decir de las auditorías, acreditaciones y otros procesos de calidad, que llevan a las universidades a plasmar en números su realidad y su actividad.

Pero hay otras realidades que aportan mucho valor a la universidad y que constituyen un componente importante de la calidad, que son los intangibles, realidades difícil
mente medibles; por ejemplo, la formación humanística de los alumnos, las habilidades y conocimientos de los empleados, la lealtad y orgullo de pertenencia de los empleados, alumnos y antiguos alumnos, la alta calidad de las relaciones dentro y fuera de la institución, la responsabilidad social, la capacidad de innovación, la sostenibilidad…

¿En qué medida los ránkings y otros sistemas de medida consideran los intangibles? Probablemente aquí haya margen de mejora.