Gerardo Castillo Ceballos, Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra
La Confusión entre ser alegre y estar alegre
Actualmente muchos adolescentes, jóvenes y menos jóvenes, dicen que beben “combinados” (de licores fuertes) para superar su timidez y ser alegres en sus momentos y lugares de diversión. Como buscan divertirse “a tope” beben también “a tope”.
Estos bebedores suelen confundir “ser alegre con “ponerse alegre”. Lo segundo es simple euforia inducida por el alcohol; es una alegría aparente que acaba siempre en decepción y tristeza. Es propia de la juerga, que se caracteriza por el exceso y el bullicio entre personas que no necesitan conocerse; en la juerga coinciden, mientras que en la fiesta se encuentran.
La confusión mencionada proviene de que se suele hablar de alegría con mucha ligereza, atribuyendo ese significado a comportamientos muy diversos y opuestos entre sí. Se llama alegría: a la “vida alegre,” que es un comportamiento juerguista estimulado por el alcohol y/o la droga; a reírse por todo con “risa tonta”, algo propio de persona frívolas; a “sentirse satisfecho” porque ciertas cosas de tipo material han salido bien; a mantener el “ánimo contento” a pesar de las contrariedades. Esto último es la virtud humana de la alegría, que se adquiere por repetición de actos perfectos de la voluntad, como todas las virtudes.
El prestigioso psiquiatra Enrique Rojas sostiene que la meta de ser alegres no es sólo para algunas personas con buen carácter, sino para todos: “Si no somos alegres por nuestra naturaleza sí podemos serlo por educación. Aquí cobra sentido la alegría como virtud. Si la alegría fuera sólo una cuestión artificial (ponerse alegres), o si sólo fuera una reacción psicológica ante un bien (estar alegres), muchas personas se quedarían fuera del ámbito de la alegría, y a la educación le quedarían los márgenes muy estrechos.”
La alegría es una actitud positiva que parte del interior de cada persona. Se necesita tener una razón para alegrarse. La alegría no está en lo efímero, sino en lo que permanece; es consecuencia de cierta plenitud de vida que procede de la unión con el bien.
Quienes pretenden “ponerse alegres” de forma inmediata, recurriendo a la ingesta de algunas sustancias, cometen el error de buscar la alegría recurriendo a los atajos. Decía Aristóteles que la alegría, al igual que la felicidad, no se puede buscar directamente, porque es algo que sobreviene; es algo que acompaña a la realización de algunas actividades que nos ilusionan; es algo añadido, una consecuencia, y no algo que se busca en sí mismo.
Cuando una persona, deja de centrarse en sí misma de modo permanente, piensa en los demás, y se esfuerza por hacerles felices, encuentra la verdadera alegría.
Dentro de la labor preventiva de la tristeza, es fundamental que los hijos tengan desde pequeños frecuentes y verdaderas fiestas en la familia, con ocasión de algún acontecimiento que les sirva de referencia para el futuro (un cumpleaños, un aniversario, etc.).
“La fiesta es un encuentro entre personas que se quieren, con ocasión de algún acontecimiento importante, con el propósito de comunicarse entre sí sus sentimientos. Ese encuentro es fuente de alegría.” (J. Pieper: Una teoría de la fiesta).
Hay que saber tener fiestas familiares sin la presencia predominante del alcohol. Para vivir bien una fiesta lo más importante es que los asistentes ejerciten actitudes festivas: tener sosiego, dialogar, ser afable, ser creativo, ser alegre.
La fiesta nos hace más conscientes de que la vida de una persona no se limita al trabajo. Además de un ser activo (homo faber), el hombre es un ser receptivo y contemplativo (homo sapiens), que se enriquece con el trato desinteresado y sosegado con los demás.
Una de las figuras eminentes de la Pedagogía española del siglo XX, Víctor García Hoz, formuló una innovadora propuesta educativa, la del homo gaudens, el hombre que vive asentado en la alegría. Para este pedagogo uno de los fines de la educación es formar el homo gaudens, "el hombre que sabe descubrir el aspecto positivo que hay en todas las cosas, actividades y relaciones, y tiene la fuerza de voluntad suficiente para mantener su actitud positiva, de alegría, frente a cualquier situación en que se pueda encontrar".
Algunos medios para estar contentos, según la vieja y siempre actual cultura helénica, son: dormir lo suficiente, lecturas interesantes, paseos, conversaciones amistosas en torno a un vaso de buen vino. Platón habló de las cualidades estimulantes del vino para buscar la verdad. Añadió que “el vino saca a la luz los secretos del alma, infunde vida a nuestras esperanzas, impulsa a luchar al cobarde y disipa las preocupaciones”. Saber o no saber beber, esa es la cuestión.