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Volver Nuestros terremotos y nuestro patrimonio cultural

Antonio Aretxabala Díez, , Geólogo. Profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra

Nuestros terremotos y nuestro patrimonio cultural

vie, 29 mar 2013 13:25:00 +0000 Publicado en Diario de Noticias

 

La ciudadanía participa del debate científico y cultural, en ello radica el tesoro navarro de la salud social. Ayer, en el Planetario de Pamplona, asistimos a un alto nivel de concienciación social que sorprende por su elevado grado de conocimiento. Físicos, ingenieros, arquitectos, geólogos, biólogos, estudiantes, trabajadores de las antiguas Potasas, ciudadanos de Etxauri, del Perdón... Todo un intercambio de observaciones, ideas y brillantes propuestas en torno a los últimos acontecimientos sísmicos. La sabiduría está en la calle. El flujo de información está cambiando, la universidad ya no es la única fuente, la unidireccionalidad del movimiento del conocimiento ya no fluye solo desde ella. Las redes sociales educan, divulgan, todo funciona si se sabe utilizar.

Una cosa quedó bien clara: la naturaleza en Navarra es uno de nuestros mayores tesoros, y la gente lo quiere y mucho, un tesoro que tanto nos da y nos quita, actuamos sobre nuestro territorio y hablamos de él como si fuéramos sus dueños. La naturaleza también en Navarra es ya una cuestión social porque la hemos hecho social, cuando decimos nuestro patrimonio natural expresamos una actitud profundamente moderna, es verdad, pero también de arrogancia y apropiación de una dinámica que a duras penas comprendemos y menos aún podemos controlar. La ecuación sobre el origen de los terremotos que aún brotan alrededor de Pamplona fue uno de los puntos más comentados. Los datos aportados por las personas que vivieron en primera persona el abandono de las galería de Potasas y la evolución posterior de la sismicidad actual, décadas después de aquellos acontecimientos, coinciden con los datos suministrados por el IGN. Ahora bien, concatenar unos hechos que ya parecen claros, es además de arriesgado, valiente, pero al mismo tiempo revelador. La Tierra siempre nos vuelve a poner en nuestro sitio. La sociedad navarra había asumido que esas galerías se cerrarían y compactarían, que todo volvería a su ser, algo sin importancia para las generaciones futuras, pero...

Las históricas lluvias de este invierno y primavera, sin antecedentes conocidos, penetraron por lo más profundo de la sierra del Perdón, provocaron la disolución de sales y el colapso de oquedades y galerías que canalizaron el acceso del agua limpia de lluvia y nieve a zonas hasta ahora inaccesibles; así, tanto movimiento, estruendo y vibración, acompañado de una tremenda ascensión de los niveles de agua, atrapó también aire que quedó comprimido y literalmente explotaba como un globo.

Las fallas de la zona, en zonas profundas resultaron estimuladas, su reacción mostrando epicentros a 2, 3 y hasta 4 kms. de profundidad ya indicaba que no eran las galerías las que estaban colapsando, sino algo más importante, así se animó por un fenómeno de transferencia de esfuerzos a estas fallas engrasadas con tanto agua y sometidas a presión de fluidos a dispararse, a su vez estas a las colindantes y estas a otras, y así es como comenzó el enjambre sísmico.

Este fenómeno, a través de sus propias conexiones y recursos fue capaz asimismo de estimular a través del pasillo de Belascoáin a fallas que ya se encontraban en la traza principal del accidente tectónico ya más famoso de la Cuenca: la falla de Pamplona y sus otras fallas asociadas como la falla de Etxauri. Es posible que fuera esta precisamente la que también pretensada, y ya lubricada y estimulada, se disparase la madrugada del sábado (4,2 ML), pero su actividad ya vino anunciada días antes con terremotos premonitorios e incluso algo más enérgicos como el del jueves 21 de marzo en Ciriza (3,8 ML); las réplicas en ambas zonas aún se suceden. Queda por aclarar el hipocentro, hay datos entre 5 y 40 kms.

Ayer, los ciudadanos más despiertos se preguntaban en el Planetario, con toda la honestidad y brillantez que las mentes libres de prejuicios puedan otorgar al ser humano científico u observador, sobre el origen de ese efecto dominó: ¿dónde comenzó ¿Lo hizo el 14 de febrero por las descomunales lluvias, o lo hizo en los años ochenta al abandonar a su suerte decenas de kilómetros de canales de entrada de agua hacia las sales del Keuper bajo la sierra del Perdón ¿Quién se esperaba más de 600 litros en tres meses?

Hemos tomado medidas para construir nuestros edificios a partir de la elaboración de normas sismorresitentes, pero estas no han sido, no son y nunca serán suficientes, no hemos tomado precauciones en ambientes intraplaca como lo hemos hecho en los bordes de ellas. La sismicidad navarra, y en especial la de la Cuenca de Pamplona, tiene su propia personalidad, según la vamos conociendo vemos que poco se parece a la de Granada, o a la de Lorca.

Pamplona, el 10 de marzo de 1903, estuvo nada más y nada menos que tres horas sufriendo impactos, esto sale a la luz cuando truena, todos nos acordamos entonces de Santa Bárbara. Tenemos que pensarlo cuanto antes y planificar en consecuencia. Ya no podemos asumir más que no se derivará daño alguno con la reducción y cambios de la capa freática como el que estamos viviendo, no será el último episodio hidrosísmico que vivamos.

Espero que con el tiempo los gobiernos reconozcan que el daño antropogénico puede convertirse en una realidad; y peor si seguimos evitando aportar fondos de investigación que deberíamos dedicar a la comprensión de esta frágil interfaz, entre la atmósfera y la hidrosfera, en la que vivimos. Nos hemos adueñado de ella, la hemos convertido en patrimonio natural porque somos así de modernos, pero casi ni la conocemos, no sabemos ni siquiera cómo reacciona, y menos aún cómo la podemos controlar.