Víctor Pou, Profesor del IESE de la Universidad de Navarra
El socialismo liberal
En su discurso de fin de año el presidente francés, François Hollande, sorprendió cuando confesó abiertamente que había subestimado la profundidad de la recesión, que los datos macroeconómicos franceses eran muy preocupantes con unas previsiones de crecimiento inferiores al 1% del PIB, muy por debajo de Alemania y Gran Bretaña, que la presión fiscal era demasiado alta (un 45% del PIB, la más alta de la UE junto con Bélgica) y que por tanto los impuestos debían bajar, que existían demasiados obstáculos a la actividad competitiva de las empresas, que era necesario recortar el gasto público para reducir el déficit y la deuda, que debían eliminarse los abusos del modelo social y que el Estado francés era ¿demasiado pesado, demasiado lento y demasiado costoso". Pierre Laurent, líder del PC, reaccionó acusando a Hollande de "traición a la causa socialista". Otros hablaron de "punto de inflexión ideológico" o de "realismo social-liberal". Algunos juzgaron el discurso como un brindis al sol que acabaría en nada. Se equivocaron.
Aquel discurso se ha materializado en un conjunto de medidas que Hollande presentó a bombo y platillo en una gran conferencia de prensa. En ella ha querido presentarse como un Gerhard Schröder o un Tony Blair a la francesa, esto es, como un socialista moderno y reformista, dispuesto a lo que sea para levantar el sambenito que pesa sobre Francia de ser actualmente "el enfermo de Europa".
Las medidas que propuso son espectaculares: reducción inmediata del gasto público en 15.000 millones de euros y de otros 50.000 hasta el año 2017, reforma de la seguridad social, pacto de responsabilidad con las empresas consistente en flexibilidad a cambio de empleo y relanzamiento del eje franco-alemán trabajando en tres frentes: armonización de políticas económicas, coordinación de políticas energéticas y avances en la política común de defensa.
La Comisión Europea y Alemania consideran que este paquete de medidas va por el buen camino. La patronal francesa estima que Hollande descubre ahora lo que la socialdemocracia alemana viene practicando desde 1959, cuando rechazó la ideología marxista en su famoso congreso de Bad Godesberg, o la "tercera vía" que Tony Blair puso en marcha en los años noventa del siglo pasado. Los empresarios no se fían y temen que todo acabe en palabras vacías. ¿Por qué Hollande va a triunfar donde fracasó su predecesor Sarkozy? ¿Qué posibilidades tiene en Francia el "realismo social-liberal"? Hollande ha avanzado una respuesta ambivalente: "que nadie se engañe, las medidas que propongo pueden parecer liberales, pero la iniciativa es del Estado".