Pablo Blanco Sarto, Profesor de la facultad de Teología
La ida a Egipto. El papa Francisco visita a coptos y musulmanes
El viaje del Papa a Egipto es sin duda uno de los más delicados de su pontificado, dos semanas después de los atentados contra sendas iglesias coptas que dejaron 25 muertos. Es un viaje en primer lugar para tender puentes con el mundo islámico, tras ser invitado por el rector de Al Azhar, la universidad que prepara a la mayoría de los imanes sunitas, y el Consejo islámico de los ancianos, creado para “poner fin al sectarismo y la violencia que afligen desde hace décadas al mundo musulmán”. Nunca un Papa había sido invitado a tomar la palabra en la tribuna teológica más destacada del mundo islámico.
“Al Salamò Alaikum! / La paz esté con vosotros”, dijo Francisco en el video-mensaje previo su viaje apostólico, que tiene como lema: “El Papa de la paz en el Egipto de la paz”. Francisco viaja a Egipto para encontrar a los pocos católicos allí presentes, y dialogar con los ortodoxos coptos y con el islam. El obispo de Roma aseguró tener el corazón lleno de “gratitud” por poder visitar la “cuna” de “la civilización”, “donde vivieron patriarcas y profetas, y donde Dios, clemente y misericordioso, todopoderoso y único, hizo resonar su voz”. El sucesor de Pedro recordó además que la Sagrada Familia se refugió en Egipto, al huir de “las amenazas del rey Herodes (cf. Mt 2,1-16)”. Fue allí precisamente donde después surgió una primera comunidad cristiana copta, ya desde el año 42 d.C.
Será pues también un viaje para impulsar el diálogo ecuménico, pues le acompañarán los patriarcas ortodoxos, Bartolomé I y Teodoro II. Roma, Alejandría y Constantinopla estarán momentáneamente unidas. El “ecumenismo de la sangre” se está convirtiendo en el mejor argumento a favor de la unidad de los cristianos. En Egipto hacen falta –añadió en ese mensaje− “personas libres y liberadoras”, “gente valiente que sepa aprender del pasado para construir el futuro”, “constructores de puentes de paz, diálogo, fraternidad, justicia y humanidad”. Ortodoxos y musulmanes estarán presentes en los distintos encuentros junto al hombre venido de Roma para pedir la paz. Por eso acabó pidiendo oraciones a todos: “Por favor, rezad por mí. Shukran wa Tahiahì!”. No es una petición inútil. Es una buena ocasión para acompañarle también al Papa con nuestras oraciones, en un viaje lleno de peligro, simbolismo y futuro.