29/06/2022
Publicado en
The Conversation
María Jiménez |
Profesora de la Facultad de Comunicación
Gaizka Fernández |
Responsable del Área de Archivo, Investigación y Documentación, Centro Memorial para las Víctimas del Terrorismo
El estudio de los efectos causados por el terrorismo de ETA implica necesariamente la atención a los heridos, un colectivo que ha quedado tradicionalmente relegado en términos legislativos, académicos y periodísticos, a la sombra de las 853 víctimas mortales de la banda. Su dimensión, sin embargo, pone de manifiesto su importancia: se trata de al menos 2 632 personas afectadas directamente por las secuelas físicas o psicológicas que les dejó un atentado de ETA. Tanto ellas como los familiares que les han atendido a lo largo de los años han padecido, y muchos aún padecen, las consecuencias de la violencia.
Para esta investigación, publicada íntegramente en la revista académica Historia y Política y que sigue la estela abierta por el libro Heridos y olvidados. Los supervivientes del terrorismo en España, impulsado por el Centro Memorial para las Víctimas del Terrorismo, hemos tenido acceso al registro oficial de heridos del Ministerio del Interior.
Este listado incluye los heridos reconocidos tras un trámite administrativo que no se sistematizó hasta la aprobación de la Ley de Reconocimiento y Protección Integral a las Víctimas del Terrorismo en 2011, cinco décadas después del inicio de la actividad de ETA.
Sin embargo, supone la fuente disponible más rigurosa y la única que puede ofrecer información sociodemográfica sobre el perfil de los heridos. Se trata, además, de un registro vivo, ya que los expedientes siguen tramitándose: desde 2012 y hasta abril 2020, 54 personas han sido reconocidas como heridas a causa de la actividad terrorista de ETA.
El perfil de los heridos
De los casi 5 000 heridos causados por el terrorismo en España, ETA es responsable del 54 %. Seis de cada diez sufrieron lesiones que no revestían gravedad. Sin embargo, al 32 %, es decir, a 858 personas se les diagnosticaron secuelas que les causaron una incapacidad de por vida. Los grandes inválidos, el grupo que integra a los supervivientes con secuelas más grave, lo conforman 40 personas.
Tabla 1. Grado de las secuelas reconocidas a los heridos de ETA.
En lo que respecta al perfil sociodemográfico, de las 2 632 personas heridas, una amplísima mayoría, 2 519, tiene nacionalidad española. El resto proceden de 16 países distintos. La mayoría eran jóvenes: en torno al 55 % tenían menos de cuarenta años y la edad media de todos ellos era 34,5 años. 174 eran menores de edad.
¿Y su profesión? Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y las Fuerzas Armadas acumulan el 32 % de los heridos de ETA. La Guardia Civil es el colectivo más atacado y acumula casi el 18 % de los lesionados. Otro 67 % corresponde a personas que no se encuadran en ninguno de los grupos profesionales identificados, por lo que en cualquier caso serían civiles. Las cifras se completan con porcentajes reducidos de otros profesionales que, no obstante, estuvieron en el punto de mira de la organización terrorista: docentes, escoltas, políticos, empresarios, periodistas y funcionarios judiciales.
Tabla 2. Grupo profesional al que pertenecen los heridos de ETA
Madrid es la región en la que se ha registrado un mayor número de heridos, 663, seguida de dos provincias vascas, Guipúzcoa y Vizcaya, con 476 y 393 heridos respectivamente. La cuarta región es la vecina Navarra, con 201.
La correlación entre las cifras de heridos y la evolución estratégica de ETA
La década en la que más heridos provocó la actividad terrorista de ETA fue la primera del siglo XXI, lo que contrasta con el hecho de que los años con más víctimas mortales fueran los llamados «años de plomo», en concreto 1980, 1979 y 1978.
Entre los años 2000 y 2009 se registraron el 34,6 % de los heridos, un porcentaje ligeramente superior al provocado durante la década de los años ochenta, en la que, sin embargo, se concentra el mayor porcentaje de víctimas mortales de la organización terrorista.
Esto demuestra que existe una relación directa entre la evolución estratégica de ETA y las secuelas físicas y psicológicas que provocó. Al emplear métodos selectivos como las armas de fuego, durante la dictadura y la Transición las cifras de heridos se mantuvieron relativamente bajas y fueron menores que las de sus víctimas mortales. En este periodo, la categoría profesional más golpeada por el terrorismo fue la de las Fuerzas de Seguridad del Estado y las Fuerzas Armadas, blanco predilecto de ETA en general y de su rama militar en particular.
Tabla 3. Evolución de los heridos de ETA y su entorno entre 1965 y 2016
A mediados de los ochenta, debido a la incapacidad para mantener el ritmo de acciones, se intensificó el uso del coche bomba para efectuar atentados que en bastantes casos eran indiscriminados, lo que disparó la cifra de heridos. En consecuencia, la proporción de víctimas civiles creció y la de agentes de la ley y militares disminuyó.
Esa dinámica se acentuó aún más en la etapa de la «socialización del sufrimiento». Para disimular su debilidad organizativa, ETA perpetró atentados con explosivo que causaron muchos damnificados, mientras que su entorno juvenil se volcaba en la kale borroka.
Con todo, derrotada por el Estado de derecho, en 2011 la banda anunció el cese de la violencia y siete años después, su disolución.