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Alejandro Navas García, , Profesor de Sociología de la Universidad de Navarra

El rumbo de los derrotados

dom, 29 sep 2013 15:59:00 +0000 Publicado en El Correo

El terremoto electoral alemán del 22 de septiembre no se ha frenado todavía. Sus réplicas agitan a los partidos políticos derrotados, con una doble manifestación: autocrítica y dimisiones.  En España, eso es rara avis democrática que apenas tenemos oportunidad de contemplar.

Aquí, en la noche electoral, no escuchamos otra cosa que discursos triunfalistas. Todos parecen haber ganado, y cuesta encontrar un partido o candidato que admita su derrota. Y entonces, con frecuencia oímos la misma explicación: "No hemos sabido comunicar adecuadamente nuestro mensaje" o, en una versión todavía más lamentable, "El pueblo no ha entendido el mensaje".

Los políticos alemanes no se esconden, dan la cara, llaman a las cosas por su nombre. La autocrítica no se queda en el interior de los partidos, sino que llega sin maquillaje a la opinión pública. Una de las "bombas" de la jornada electoral fue la derrota del Partido Liberal (FDP), que por vez primera desde 1949 quedará fuera del Bundestag. Philip Rösler, su presidente, reconocía en la noche electoral: "Somos conscientes de que los votantes nos han rechazado. El FDP ha decepcionado a los ciudadanos". Al día siguiente presentaba su dimisión, al igual que su cabeza de lista, Rainer Brüderle, y el comité ejecutivo del partido en pleno. El congreso general, previsto inicialmente para enero, se adelantará para elegir una nueva dirección.

El 22 de septiembre hubo también elecciones regionales en el Land  de Hessen. Al FDP le fue algo mejor que en la elección federal: consiguió por los pelos el 5 % de los votos, con lo que  asegura su presencia en el Parlamento. Pero el retroceso fue  todavía mayor que en las urnas generales: un 11,2 % frente al 9,2%. En consecuencia, también el comité regional ha dimitido, igualmente por unanimidad.

Habrá asimismo una completa renovación de la cúpula en Los Verdes (Die Grünen), tanto en el partido como en su grupo parlamentario. En el debate interno postelectoral se han criticado sin piedad y por igual el programa y la campaña electoral. En palabras de Josef Fischer, uno de los pesos pesados del partido y exministro de Asuntos Exteriores: "Parece que la actual dirección ha ganado en edad, pero no en madurez. Ha perseguido una estrategia que no solo no ha atraído a nuevos votantes, sino que ha ahuyentado a muchos de los antiguos. En lugar de tratar de medio ambiente, de Europa y de la  familia, los verdes han cometido el error fatal de hablar sólo de impuestos y contribuciones". El cabeza de lista, Jürgen Trittin, se resistió en un principio a dimitir, pero la presión interna le obligó a renunciar como los demás.

La onda sísmica de las dimisiones también alcanza a Los Piratas (Die Piraten). Este grupo, imitación de uno similar aparecido en Suecia, irrumpió como un meteoro en el panorama político alemán. Presentarse como un partido de protesta o de denuncia atrae el voto de los descontentos, pero la falta de un programa coherente y de líderes preparados les ha hecho perder el terreno que habían ganado. Están presentes en algún parlamento regional, pero en esta elección federal no han pasado del 2,2 % de los votos. Esperaban más, de modo que ese fracaso ha obligado a dimitir al presidente Bernd Schlömer.

El ejemplo que dan estos líderes nos reconcilia con la clase política, vilipendiada por tantos y justificados motivos. Candidatos que reconocen sus errores y, en consecuencia, se retiran para dejar paso a otros. El poder les gusta como al que más, pero no se aferran al cetro a toda costa. Lo admirable y, para nosotros, envidiable es que se trata de una cultura asumida con naturalidad; la dimisión surge como un reflejo espontáneo.  El sentido de la responsabilidad y la dignidad política se dan la mano y hacen buena esa frase que solemos escuchar al término de la elección: "Ha ganado la democracia".