Gerardo Castillo Ceballos, Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra
S.O.S, mi hijo tiene fobia a la escuela
Cuando el típico miedo infantil se convierte en fobia se transforma en algo disfuncional; el niño se siente incapaz de controlar su miedo.
La fobia escolar es la incapacidad total o parcial del niño de acudir al colegio como consecuencia de un miedo irracional a alguna circunstancia del ámbito escolar. Es lógico que preocupe a los padres, ya que suele tener consecuencias serias. Una de ellas es el retraso del niño en la programación de cada asignatura, aumentando así las probabilidades de fracaso escolar. Además, puede darse un deterioro de sus relaciones sociales, quedando desplazado de su grupo de iguales.
El niño se niega a ir a la escuela no por pereza o desmotivación, sino porque existe un problema psicológico detrás que le genera ese rechazo. La fobia surge principalmente con ocasión del ingreso en la escuela, aunque puede ocurrir en cualquier otro momento de la escolaridad.
La sola idea de acudir al colegio por primera vez suele producir en el niño angustia anticipatoria. El paso del ambiente hogareño -con el apego a la madre-, a la coexistencia con un amplio grupo de niños desconocidos, donde él es uno más, bajo las órdenes de uno o más profesores, es doloroso y puede ser traumático.
Existen síntomas muy significativos que evidencian que el niño padece fobia escolar: síntomas fisiológicos: sudoración, vómitos, alteraciones en los hábitos de sueño; síntomas emocionales: lloros y rabietas.
Conviene predisponer al niño para su primer día de escuela: visitarla antes de que empiecen las clases, conociendo a alguno de sus futuros profesores, el aula, el patio de recreo, etc. para que todo le resulte familiar; ilusionarle con estrenar algo agradable, por ejemplo, una mochila tipo patrulla canina; que vea a sus padres tranquilos y sonrientes, para no transmitirle sus propios miedos o incertidumbres.
A pesar de ello no se puede descartar que el primer día regrese diciendo que otro niño le quitó el bocata que su madre le preparó con tanto esmero, dejándole, además, un recuerdo en forma de arañazo… Los padres no deben quejarse, porque son cosas inevitables que preparan para la vida. Y que no crean que los niños que pegan son siempre los hijos de los demás…
La fobia puede resurgir tras un período de vacaciones o un cambio de curso o de colegio. También por la aparición de algunos factores precipitantes de tipo psicosocial, como fracaso escolar, repetición de curso o el acoso conocido como bullying.
Existen, además, factores precipitantes de tipo familiar, referidos al comportamiento de los padres. Por ejemplo, permitir que habitualmente el niño se quede en casa por capricho.
La actitud de los padres es fundamental a la hora de detectar y abordar un problema de fobia escolar. No deben permitir que el niño se salga con la suya, no acudiendo a la escuela, pero tampoco es aconsejable una posición rígida e impositiva. Los padres deben mostrar una actitud comprensiva y de aceptación de lo que al niño le ocurre, pero, al mismo tiempo, de no aprobación de su pretensión de no ir a la escuela, porque esa es la mejor terapia.
De una manera suave, pero firme, los padres deben insistir en el ingreso o en el regreso inmediato del niño a la escuela. También es importante que los padres ayuden al niño fuera de casa a pasar más tiempo con otros chicos y chicas de su edad y no tanto con ellos. De esta manera, adquirirá las habilidades sociales adecuadas para relacionarse con sus compañeros de clase.
La actitud de los profesores debe ser tolerante y comprensiva a la vez que firme respecto a la importancia de acudir al colegio todos los días. La escuela no debe sobreproteger al alumno con fobia escolar, pero sí facilitarle las cosas en la medida de lo posible, colaborando con los padres.
Es importante que los profesores empleen el refuerzo positivo ante la conducta del niño, elogiando sus logros y avances en este terreno de una forma sutil, para que no se sienta distinto a sus compañeros.
Conviene realizar una adaptación paulatina, empezando con dos o tres horas de permanencia en la escuela, para aumentarlas progresivamente.
De todas formas, los padres no deben angustiarse por este problema transitorio. Algunos grandes personajes de la historia tuvieron fobia escolar, por ejemplo, Edison, Einstein y Steve Jobs. Su fobia principal surgió después de ingresar en la escuela, por dos motivos: eran alumnos superdotados que se aburrían en clase, tanto porque hacían las tareas antes que los demás, como porque la enseñanza era verbalista y libresca, con abuso de las clases expositivas y teóricas.