Isabel Rodríguez Tejedo, Profesora de Economía, Universidad de Navarra
Lo que no puede ser no puede ser
La prima de riesgo sube, la inflación también, y mejor no hablemos de la tasa de paro. Otras cosas bajan, claro que sí. Bajan, entre otras, el valor de los ahorros de las familias, los salarios reales, la calificación de Standard & Poor's y las previsiones de crecimiento para nuestro país. Y entre tanta subida y bajada, la que no se mueve es Merkel, que sigue diciendo que la disciplina fiscal es innegociable.
Ya no es noticia que aquel 6% de déficit que prometimos ha terminado convirtiéndose en un 8,51%. Las administraciones regionales son las que cargan con la mayor parte de la culpa (de ese 2,51 «de más», casi dos terceras partes han salido del exceso de déficit regional). Que conste que tampoco cumplen el Estado, ni la Seguridad Social, ni los entes locales. Unos más y otros menos, todos han faltado al objetivo de déficit. Pero en cabeza están las comunidades autónomas, y ya van dos años. No cabe duda de que la crisis las ha afectado profundamente, y que Sanidad y Educación (partidas que ellas gestionan) son gastos especialmente sensibles socialmente. También podemos resaltar que su sistema de financiación favorecía comportamientos fiscalmente poco responsables, y que no todas las comunidades se han comportado igual, ni tenían el mismo punto de partida.
Desde Bruselas reiteran que, dado su peso en las finanzas públicas, los malos comportamientos en las comunidades autónomas son peligrosos e instan a que la ley de estabilidad, que entra en vigor en pocos días, se aplique seriamente. Toca pintar números en rojo, decir adiós al déficit estructural salvo en ocasiones excepcionales (nótese que la recesión que sufrimos es una de ésas) y golpearse las cabezas con los techos de gasto. Una característica notable es que las sanciones que puedan derivarse para nuestro país del incumplimiento en materia de estabilidad deberán ser pagadas por la administración responsable, que además deberá someterse a controles extraordinarios. En suma, más disciplina.
En algunas comunidades, los datos históricos de tasas de endeudamiento con respecto a su PIB revelan un uso desproporcionado del crédito. Es algo por lo que, entre otras cosas, tendremos que pagar. No cabe duda de que ya se han hecho ajustes, pero habrá que hacer más. El gasto autonómico va a tener que contenerse. No es el mejor momento, y sin duda será doloroso. Pero parece necesario y, quizá más amargamente, inevitable.