Ricardo-María Jiménez, Profesor de la Universitat Internacional de Catalunya y colaborador del proyecto 'Discurso público' del Instituto Cultura y Sociedad
El fenómeno de las clases por internet
Vivo en Mongolia y me encantaría asistir a las clases de un profesor experto en cáncer y genética de una universidad anglosajona». «Como docente de la península me gustaría saber cómo imparte sus clases otro profesor para mejorar mi forma de enseñar, pero pertenece a una universidad de Singapur». «Estudio ingeniería en Alemania y me encantaría cursar una asignatura sobre la segunda guerra mundial impartida por un profesor de Sevilla». Hasta hace unos años, las situaciones anteriores formaban parte de un sueño porque las circunstancias económicas, profesionales y familiares impedían llevarlas a cabo. Pero gracias a los MOOC (Massive Open Online Course) ya es posible asistir a esas clases por internet, sin gastar un euro, con solo una dirección de correo electrónico y, eso sí, con mucha constancia por parte del alumno.
Un MOOC es una asignatura universitaria en línea y abierta a todo el que quiera participar. El fenómeno empezó en universidades estadounidenses hace unos años y se ha extendido a instituciones de otros países.
Podemos distinguir dos tipos de MOOC. El sencillo y el completo. El MOOC sencillo consiste en una asignatura de unas cinco lecciones, grabadas en vídeos de 15-30 minutos de duración, con la transcripción de las palabras del profesor. Un test de autoevaluación permite comprobar si se han entendido las ideas principales, pero no ofrece interacción entre los alumnos. El acceso a este tipo de asignatura está abierto todo el año. Evidentemente el tema debe ser atractivo bien por el contenido o porque el profesor lo presenta con acierto. Un ejemplo: la asignatura de Redacción en internet del profesor Ramón Salaverria de la Universidad de Navarra. Cuando la cursé me pareció que era como una guía para subir a un pico excepcional de una montaña a través de un precioso y frondoso hayedo. Las cinco lecciones del MOOC me indicaban el mejor camino para ascender y desde allí contemplar una vista inmejorable.
El MOOC completo también debe ofrecer un contenido atractivo y un docente que sepa transmitir pasión por lo que enseña. Se puede acceder una o dos veces al año. También se ofrecen lecciones en vídeo de corta duración y un test de autoevaluación al final de cada lección y los alumnos pueden interaccionar entre ellos y con los profesores. Además, incluye entrevistas con expertos de la institución o de otra, de no más de 30 minutos. Recoge ponencias de congresos celebrados en la universidad y relacionadas con el tema de la asignatura. Por tanto, es necesario que un departamento colabore en la puesta en marcha y en el seguimiento de los chats de dudas y preguntas de los alumnos. Sirva como ejemplo de este tipo el MOOC sobre Lingüística de corpus, creado por el profesor Tony McEnery de la Universidad de Lancaster, y llevado a cabo por un equipo comprometido y competente de profesores. Siguiendo con el símil de la ascensión a un pico, en este caso también iba a caminar por un hayedo precioso, pero esta vez iba acompañado en todo momento por un grupo de expertos que me indicaban el mejor camino, que me explicaban el tipo de vegetación, las condiciones meteorológicas, la clase de tierra que pisaba, además podía conversar con otros que me acompañaban en el ascenso. Podía conversar con otros estudiantes que seguían la misma ruta. El grupo de expertos, bien liderados por un entusiasta profesor, nos guiaba hasta la cima desde la que se contemplaba un paraje inolvidable.
El alma máter necesita de la innovación para seguir nutriendo a la sociedad que le acoge y los MOOC son un medio excelente y parte del presente y del futuro de la universidad; pero no olvidemos que no podrá sustituir a la relación irreemplazable, cara a cara, entre un profesor y sus alumnos.