José Manuel Pozo, Profesor de la Escuela de Arquitectura
La arquitectura de España logra el León de Oro en la Bienal de Arquitectura de Venecia 2016
La Bienal de Arquitectura de Venecia es la Feria Mundial de Arquitectura, en la que periódicamente todos los países muestran lo que están haciendo con la arquitectura para el progreso de la sociedad. Es un foro en el que se señalan las tendencias generales y lo que la mayoría del mundo considera que debe intentar hacerse. Al menos eso es lo que se pretende que sea.
Pues bien, la Bienal 2016 sea posiblemente la más interesante de las ultimas décadas; y es más un laboratorio que un escaparate.
El curator ha sido el último premio Pritzker: Alejandro Aravena.
Él propuso una Bienal abierta a ‘los que pisan el suelo’ de la arquitectura, no solo a los arquitectos, que a veces podemos verla desde puntos de vista particulares algo alejados de la sociedad; y Paolo Baratta, Presidente de la Bienal planteaba lo mismo: debemos contar con todos los posibles agentes de las decisiones y las acciones con las que se diseña el espacio en que vivimos.
Y con ese trasfondo es muy reconfortante que el León de Oro de la Bienal 2016 haya recaído en Pabellón de España.
Y muy merecidamente.
El diseño de la muestra es excelente; los comisarios –Quintans y Carnicero– han hecho un diseño elegante y sobrio, eficaz en su mensaje y de muy bajo costo; eso solo, ya representa muy bien a la arquitectura española.
Han sabido además interpretar con maestría las directrices intencionales que les señaló el Coordinador de las Bienales de España –Mangado– al confiarles el encargo: no se trataba de lucirse sino de mostrar lo que hacemos aquí; y por eso en las salas aparecen referenciadas obras de casi cien arquitectos españoles, jóvenes y maduros, y construidas en todo el territorio nacional; un conjunto que representa una gran esperanza para España, y desde la Bienal, para el mundo.
Un ejemplo a seguir y una referencia.
Ningún otro pabellón mostró tan abundante y contundente producción y tan a tono con la presente necesidad social.
Debemos estar de fiesta; más que si obtuviéramos un Oscar: porque no es un triunfo de uno, sino de todos.
Es un triunfo de España y se su modo de enseñar a hacer arquitectura; aunque supone también un reto: defender este modo de servirla, sin alharacas ni estridencias; que en España han venido frecuentemente, no lo olvidemos, de la mano de apellidos con muchas consonantes.
Además de lo que aparece en el Pabellón español la Bienal 2016 contiene muchas más enseñanzas: el pabellón de Francia, el japonés, las sutiles texturas de Wang Shu, las obras de Chowdhury en Bangladesh o de Chipperfield en Sudán…, el pabellón de Thailandia… ofrecen registros que permiten pensar con optimismo en las satisfacciones que, aun sin medios, queriendo servir, pueden ofrecer los arquitectos, lo mismo en el hipertecnologizado Occidente que en el más pobre y recóndito desierto subsahariano.
Y la mejor y más completa muestra de ello es la que ha ofrecido España; o quienes mejor lo hemos mostrado; gracias a Mangado, Quintans y Carnicero.