Daniel Bartolomé Navas, Profesor de Protocolo ISSA de la Universidad de Navarra
2 metros que nos unen. Los nuevos espacios protocolarios
Nunca habíamos tenido que pararnos a pensar sobre la importancia del espacio en nuestra relación con los demás. Pasar de un “meet-confinamiento” a estar obligados a mantener una distancia de seguridad prudencial y parapetarnos detrás de mamparas de plexiglás para evitar los contagios es un escenario novedoso que redimensiona nuestras fronteras sociales.
La nueva realidad -con sus obligaciones sanitarias- ha permitido que podamos bajar de las pantallas a la calle y, una vez que podemos seguir interactuando en el exterior, la vida institucional y su protocolo han retomado su andadura. Sin embargo, los espacios de su tradicional escenografía tienen que ser readaptados a las nuevas circunstancias.
El primer Consejo de Ministros presencial que se celebró tras el fin del estado de alarma, a primeros de junio, fue un ejemplo significativo a este respecto. De la tradicional sala del edificio del Consejo de Ministros, dentro del Complejo de La Moncloa, se pasó a otra sala más amplia con una mesa en forma de U para asegurar la distancia de seguridad entre los miembros del Ejecutivo -portando todos la preceptiva mascarilla-. En sí mismo, este evento, difundido por los medios, fue la primera imagen institucional de la vuelta a la nueva normalidad en un nuevo espacio organizativo.
Aparte de las nuevas directrices que, con su ejemplo, nos ofreció esta primera reunión post-confinamiento del Ejecutivo, otro acto que también nos abre nuevas perspectivas organizativas lo hemos visto reflejado en la firma entre el Gobierno y los agentes sociales del Acuerdo por la Reactivación Económica y el Empleo celebrado el pasado viernes 3 de julio. Este acuerdo, desarrollado en La Moncloa como en anteriores firmas de acuerdos gubernamentales con la patronal y sindicatos, tuvo la novedad de celebrarse en los jardines que se encuentran delante de la entrada principal del edificio del Consejo de Ministros.
La elección de este espacio, diferente al salón Tàpies donde se rubricó el anterior acuerdo con los mismos actores el 11 de mayo, resultó muy interesante desde el punto de vista de la organización. Por un lado, pudo realizarse en el exterior, al aire libre, gracias al buen tiempo y periodo estival en el que nos encontramos. Y por otro, permitió utilizar el amplio espacio verde entre árboles de los jardines para ubicar el atril central utilizado para los discursos -en el anterior se utilizó una voz en off que iba narrando y llamando a los firmantes-, la mesa para la firma y ubicar las sillas separadas en anfiteatro donde se colocaron a los miembros de las diversas partes asistentes y a la prensa convocada. Este evento, aparte de su impecable estética y simbolismo, cumplía perfectamente con todas las medidas de prevención sanitaria establecidas (uso obligatorio de la mascarilla, distancia de seguridad interpersonal y preferencia de reunión de personas al aire libre).
Sirva también como ejemplo el homenaje de Estado por las víctimas del coronavirus y agradecimiento por los sanitarios que están luchando contra la pandemia que se ha celebrado el jueves 16 de julio en la plaza de la Armería del Palacio Real en Madrid. Un evento laico y aconfesional, de una gran fuerza simbólica, desarrollado en un espacio circular de igualdad alrededor de un pebetero, al aire libre, con presencia de autoridades estatales, europeas e internacionales. Una ceremonia tejida de una importante belleza sensorial que ha sabido trasmitir poéticamente el mensaje de luto, expresado en el negro de la etiqueta, con el blanco de paz, esperanza y humanidad recogido en el blanco de las rosas ofrecidas por las víctimas.
Estos eventos gubernativos citados nos enseñan nuevas pautas en la organización de reuniones, firma de acuerdos, eventos oficiales… ante la presente situación sanitaria y resultan un ejemplo práctico en la adaptabilidad organizativa. Es verdad que los espacios, recursos y dimensiones de las instituciones oficiales permite esta creatividad y adaptación. Al igual que el tiempo veraniego facilita el desarrollo de eventos en exteriores. Pero, aunque carezcamos de esas ventajas y de cara a los meses de otoño e invierno, observarlos nos pueden aportar ideas para poner en práctica de cara a nuestros actos jugando con la utilización de nuevas salas, recurriendo a espacios más abiertos… Opciones flexibles e imaginativas que nos van a permitir seguir realizando nuestra actividad institucional respetando las medidas obligatorias de prevención.
En este sentido, la arquitectura tiene mucho que decir al respecto y ante las nuevas necesidades de espacio interpersonal y de higiene y ventilación ambiental, toca repensar los edificios y los interiores de la era Covid para que permitan armonizar seguridad sanitaria y concentración de personas.