Gerardo Castillo Ceballos,, Profesor emérito de la Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra.
Posibilidades y peligros de la jubilación
El término «jubilación» procede del latín iubilatio (júbilo). El júbilo es expresión externa de una alegría muy intensa. Una de las situaciones en la que se produce es la del cese del período laboral por razones de edad. Esa alegría inicial puede mantenerse o puede desaparecer pronto; depende de cómo plantee cada persona la nueva etapa de su vida.
Algunas deciden dedicarse únicamente a descansar («lo he merecido»). De ese modo dilapidan la experiencia y sabiduría adquiridas con los años; además, la ociosidad continuada genera aburrimiento y sentimiento de inutilidad, que son la antítesis del júbilo. Otras personas mayores elaboran un nuevo proyecto de vida adaptado a sus circunstancias, lo que suele producir ilusión y alegría permanente.
No es infrecuente que tras el momento de la jubilación de un trabajo profesional se renuncie a otro tipo de responsabilidades, a mantener inquietudes de tipo cultural y a seguir aprendiendo (incluso gozando de buena salud y no teniendo más de 60 años). Dos posibles causas:
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Se ve el hecho de la jubilación como una evasión y como una liberación casi total de deberes, como un tiempo de vida permisiva. Criterio correcto: uno se jubila de su trabajo profesional, pero no de vivir como miembro de una familia (padre y abuelo), como ciudadano, como cristiano, etc.
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Inadaptación a la «tercera edad» Es verdad que con el paso de los años se pierden facultades, pero esa pérdida se suele reducir cuando las facultades se siguen ejercitando, como lo confirman vidas como las de los músicos Rodrigo y Casals, que mantuvieron una gran actividad intelectual hasta una edad muy avanzada. Se puede ser muy mayor sin ser viejo. «No se envejece por haber vivido un cierto número de años; uno se hace viejo por haber desertado del ideal» (Mac- Arthur).
Una simpática anécdota lo confirma: una nieta animó a su abuelita de 80 años a realizar un curso de orientación familiar para abuelos. Tras insistir una y otra vez, por fin aceptó, aunque sin muchas ganas, porque se sentía mal. El primer día del curso la señora llegó ayudada de su hija y de su nieta y entró con gran dificultad, caminando con un andador. Después del segundo día la abuelita pidió ir a una tienda a comprarse ropa para estrenarla en su curso. Tras el tercer día llegó sin andador y caminando por sí misma con aire juvenil.
Dos argumentos para seguir aprendiendo después de la jubilación:
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Mantener el cerebro en buen estado. Conservar activas las capacidades intelectuales con la lectura, con nuevos aprendizajes (por ejemplo, un idioma, informática…) y con ejercicios de pensamiento creativo: pensar en varias formas de resolver un problema; ver una cuestión desde diferentes puntos de vista; imaginar nuevos modos de usar las mismas cosas.
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La doctora Rita Levi Montalcini, neuróloga, premio Nobel de Medicina en 1986, lo explicó 20 años después en una entrevista:
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¿Cómo celebrará sus próximos cien años?
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Ah, no sé si viviré. Y, además, no me placen las celebraciones. Lo que me interesa y me da placer es lo que hago cada día.
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¿Y qué hace actualmente?
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Trabajo para becar a niñas africanas para que estudien y prosperen ellas y sus padres. Y sigo investigando, sigo pensando.
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¿No se jubila?
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¡Jamás! La jubilación está destruyendo cerebros.
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¿Y cómo anda su cerebro?
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Igual que a mis 20 años. No noto diferencia en ilusión ni en capacidad. Mañana acudo a un congreso médico.
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Pero algún límite genético habrá…
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No, mi cerebro pronto tendrá un siglo, pero no conoce la senilidad. El cuerpo se arruga, es inevitable, pero no el cerebro.
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¿Cómo lo hace?
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Gozamos de gran plasticidad neuronal: aunque mueran neuronas, las restantes se reorganizan para mantener las mismas funciones. Pero para ello hay que estimularlas.
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Ayúdeme a hacerlo…
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Mantén tu cerebro ilusionado, activo, hazlo funcionar y así nunca degenerará.
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¿Y viviré más años?
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Vivirá mejor los años que viva, que eso es lo interesante. La clave es mantener curiosidades, empeños, tener pasiones.
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¿Qué haría hoy si tuviera 20 años?
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¡Pero si estoy haciéndolo!
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No quedar descolgado del mundo nuevo en el que se está viviendo. El doctor Luis María Gonzalo sugería a las personas mayores que tomaran medidas para no vivir como desterrados y extraños en su propia tierra. Y les animaba a mantener interés por los acontecimientos y a vencer los primeros síntomas de cansancio cuando se está leyendo un libro o una revista. Este consejo se corresponde con una conocida tesis de Azorín: «La vejez es tan sólo la pérdida de la curiosidad».