Luis Enrique Echarte Alonso, Experto en Neuroética. Unidad de Humanidades y Ética Médica / Instituto Cultura y sociedad. Universidad de Navarra
Un nuevo rito de la sociedad consumista
EL 'Black Friday' llegó en 2012 y parece que para quedarse. No es de extrañar pues la principal crítica que recibe es la de ser una moda extranjera. ¡Como si eso fuese malo! ¡Como si la mayoría de nuestras modas, especialmente las más antiguas, no hubieran venido de fuera!
Muy pocos son quienes perciben el 'Black Friday' como un nuevo rito de la sociedad consumista. Otro más de esta 'religión' de rica liturgia, pero con un único dogma: comprar por el placer de comprar. Porque, en esta 'religión', no hay gastos innecesarios, superfluos. Y la tecnología ha dejado de ser un medio: es un fin. Otorga, por el simple hecho de poseerla, felicidad e, incluso, el ser. Y sí, el consumismo cura. Desde mediados de los ochenta se habla de la terapia de la compra (Retail therapy): el fin no es “tener”, sino mejorar el humor.
Lamentablemente, este tipo de estrategias para eliminar la ansiedad, el estrés o el bajo estado de ánimo pueden inducir un nuevo tipo de adicción. Así lo avisan los psicólogos. La explicación es relativamente sencilla. La sensación de euforia que proporciona el acto de comprar -en la tiendadura poco y suele ser sustituida por otra más prolongada -en casade vacío y frustración. Súmese ahora también la de culpa. ¿Y qué mejor manera de vencer esos sentimientos que con un buen 'Black Friday' Al menos hay que reconocerle que el nombre le viene al pelo.
Para comprar ya no hacen falta excusas, pero sí son necesarias para el momento de después, cuando se llega a casa. ¡La mejor excusa es la del precio! Se sabe desde hace tiempo que los productos light o zero generan un aumento de las ventas que no es inversamente proporcional a la concentración de grasas o azúcares consumidos. El «me harto a bollos porque son light» es muy similar al «compro todo lo que sea barato» de las rebajas. Es la lógica del sinsentido. La misma por la que ya nadie entiende que la mejor y más radical forma para no esquilmar los recursos de nuestro planeta es frenar el consumo.
Muchos economistas y políticos pondrán el grito en el cielo. Reactivar el consumo es otro de los dogmas establecidos. Temo que en los tiempos que corren, la austeridad y la modestia lleguen a convertirse en un pase y seña, en una consigna para las verdaderas élites subversivas. ¡Nada de rodear el Congreso! La verdadera batalla a librar tiene lugar entre las galerías, los centros comerciales y el salón de casa. Por lo demás, y ahora que se acerca también el tiempo de la lotería, he confesar que yo no quiero compartir sueños. Yo quiero que me toque el Gordo. Por eso, no compro.