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Más líderes y menos ‘cracks’

30/12/2024

Publicado en

Diario de Navarra

Gerardo Castillo Ceballos |

Facultad de Educación y Psicología

El liderazgo no sucede en el vacío, sino en un marco de relaciones entre personas, dentro de una estructura social y en una situación concreta. Para Lee Hamilton el liderazgo es un proceso de persuasión por el que un líder induce a otras personas a perseguir objetivos. Los líderes hacen que las cosas ocurran, cosas que de otra manera no ocurrirán. El liderazgo auténtico no se reconoce simplemente por la movilización de las masas y la consecución de muchos seguidores. Esa característica la tiene también el liderazgo autocrático, que omite la consulta a los subordinados.

La participación de los miembros del grupo en la toma de decisiones es propia del liderazgo democrático. Esa participación no es un fin en sí misma, sino un medio para buscar el bien común. Actualmente en el ámbito de las empresas sobran jefes autoritarios y faltan líderes inspiradores. La nueva realidad laboral necesita de personas que sepan desarrollar el potencial, el talento y la creatividad de sus colaboradores. Hoy abundan políticos, gobernantes, ejecutivos y gestores orientados a su propio interés, pero faltan verdaderos líderes al servicio del bien común.

Creo que esta situación se deriva del exceso de individualismo y de la preparación técnica de las nuevas generaciones, donde se ha dado más importancia a las habilidades técnicas que a las humanas. Se ha transmitido la idea de que cada persona debe ser autosuficiente para tener éxito. En mi opinión, lo que se necesita en todos los ámbitos es más líderes y menos cracks. El crack destaca individualmente por su talento y es capaz de generar valor en una organización sin necesidad del resto del equipo. Por el contrario, un líder busca el bien común de la organización, no busca sólo su éxito personal. El líder sabe rodearse de gente mejor que él, sabe poner sus talentos a disposición de una misión conjunta. El líder genera auctoritas, poder socialmente reconocido, y no por ser el más dotado en cada una de las habilidades humanas frente a otros, sino por una disposición interior de entrega y servicio a un bien mayor. Muy propio del líder es la coherencia.

Drucker señala que los líderes por él observados se sometían a la “prueba del espejo”, una autoevaluación con la que se aseguraban de que la persona que veían en el espejo por la mañana era la clase de persona que querían ser, respetar y en la que creer. De ese modo se fortalecían contra las mayores tentaciones del líder: hacer lo que goza de la aprobación general en lugar de lo que es correcto. Las capacidades requeridas para ejercer bien el liderazgo se pueden englobar en una: tomar la iniciativa, gestionar, convocar, promover, incentivar, motivar y evaluar a un grupo en el logro de metas compartidas. La toma de iniciativa en la realización de un proyecto suele estar precedida por una visión del futuro que impulsa al líder a hacer grandes cosas a cualquier precio y sin detenerse ante los desafíos. Un magnífico ejemplo de liderazgo es el del explorador Ernest H. Shackleton, que en 1914 dirigió la expedición Antártida, con el objetivo de cruzar el continente helado del Polo norte al Polo sur.

Lo previsto era acercase al continente en el barco Endurance, pero un inesperado descenso de la temperatura hizo que el agua del mar se congelara totalmente, quedando el barco atrapado entre los hielos. Poco después se hundió, por lo que Shackleton ordenó retroceder hacia el norte en trineo. Eso supuso cambiar de objetivo y ejercer el liderazgo en una situación nueva: trabajo en equipo en época de adversidad. Como la expedición se encontraba fuera de las rutas marítimas conocidas, el rescate llegó en 1916, dos años después de la salida. ¿Cómo se puede entender que los 28 náufragos de la expedición sobrevivieran durante dos años a las durísimas condiciones que tuvieron que soportar, abandonados a su suerte entre los hielos antárticos? La expedición del Endurance demostró la fortaleza de los hombres cuando encuentran líderes que saben motivarlos y transmitirles esperanza. La hazaña de Shackleton se sigue estudiando como modelo de liderazgo y de trabajo en equipo en situaciones de adversidad.