Marta Cuervo, Doctora en Nutrición Humana y Dietética, Universidad de Navarra
Nutrición para prevenir enfermedades
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define salud como "un estado de bienestar físico, psíquico y social" que, en el caso de la nutrición, une la alimentación con un hecho tan social como la comida alrededor de una mesa. Nuestros hábitos alimentarios, además, pueden evitar que suframos dolencias cardiovasculares, distintos tipos de cáncer o diabetes, entre otros problemas asociados a la mala alimentación.
Las investigaciones realizadas hasta ahora han demostrado que las enfermedades cardiovasculares, la principal causa de muerte evitable en el mundo desarrollado, van ligadas a elevados niveles de colesterol en sangre -del colesterol llamado malo o LDL y del colesterol total, suma del LDL y el colesterol bueno-. Este riesgo afecta especialmente a quienes abusan de las grasas saturadas y puede prevenirse si se sustituyen por pescados grasos -como el salmón, pescado azul, que previene el accidente cerebrovascular-, aceite de oliva -rico en ácidos grasos monoinsaturados-, los vegetales y los aceites vegetales, con su ácido alfa-linolénico.
Asimismo, las llamadas grasas trans se vinculan al incremento de problemas cardiovasculares. Son las que encontramos en la bollería industrial, los productos precocinados y las margarinas, aunque algunas industrias se han comprometido a eliminarlas o reducirlas en sus productos.
Otro nutriente que ha demostrado su efecto protector contra estas dolencias es la fibra, que mantiene los niveles del colesterol bueno o HDL y reduce los niveles de triglicéridos, mejora la sensibilidad a la insulina, previniendo la aparición de diabetes. Podemos encontrarla en cereales sin refinar, frutos secos, frutas y verduras, que también son ricos en antioxidantes -vitamina C, E, carotenoides y compuestos fenólicos- y vitaminas B12 y B6.
Los estudios que relacionan la nutrición con distintos tipos de cáncer ofrecen, asimismo, resultados interesantes. Así, el cáncer de mama se asocia con un consumo excesivo de calorías (energía) y el abuso de las carnes rojas es un factor de riesgo para el cáncer de colon. Al igual que una dieta rica en frutas y verduras constituye una defensa frente a los cánceres del tubo digestivo en general y de colon y recto en particular. En estos dos casos sabemos ya que la fibra desempeña un papel muy positivo. Al contrario sucede con el alcohol. En general, este aumenta el riesgo de cáncer de esófago y laringe, y podría desempeñar un rol de riesgo en el tumor de mama.
Sin embargo, las últimas investigaciones se orientan no tanto hacia el análisis de ciertos alimentos o nutrientes aislados como al conjunto de alimentos que ingerimos regularmente. Aquí entran con fuerza los alimentos funcionales, aquellos a los que incorporamos o restamos nutrientes para que mejoren nuestra salud. Un espacio prometedor donde hay que confirmar si los nutrientes añadidos pueden ejercer los mismos beneficios que su ingesta en un producto natural.