25 de octubre de 2007
Ciclo de conferencias
IV JORNADAS BARROCAS EN CORELLA
Artes suntuarias en Corella
D. Ignacio Miguéliz Valcarlos
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro
Corella va a vivir su época y periodo de máximo esplendor durante los siglos del Barroco, fechas en que obtiene el título de ciudad, dado por Felipe IV en 1630, momento en que se va a experimentar un auge económico y social, esplendor que va a notarse también en las artes, lo que va a permitir que las iglesias y conventos corellanos se alhajen ricamente.
Dentro del enriquecimiento artístico de los templos de Corella cobrarán especial importancia el conjunto de las Artes Suntuarias, especialmente la platería y los bordados, y si bien la acumulación de este tipo de artes vivirá su auge durante los siglos del barroco, son varias las obras conservadas en la actualidad que se salen de este marco cronológico y estilístico.
De especial importancia resulta el conjunto de piezas argénteas acumuladas por los templos corellanos, que abarcan gran número de tipologías, y no solamente las más necesarias para la liturgia cristiana, como ocurre en otros templos. Las piezas más antiguas de entre las conservadas son sendas navetas manieristas de las parroquias de San Miguel y del Rosario, probable obra zaragozana encargada por el regimiento corellano, y que presentan la particularidad de que ambas son idénticas, con una rica decoración cincelada en el casco, dividido por medio de cuatro hermas, y que presentan sobre la cubierta cuatro figurillas arrodilladas, tres de ellas en actitud orante, y la cuarta, situada en la popa, sustentando el escudo de Corella. No va a ser éstas las únicas piezas que encontramos idénticas en ambas iglesias corellanas, ya que el mismo caso van a presentar las cruces procesionales, enviadas desde Madrid, las sacras, realizadas por el platero pamplonés Miguel de Lenzano con la plata sobrante de la reforma de las andas, y que en ambos casos presentan como única diferencia la presencia del titular de la respectiva iglesia, o unos atriles realizados en 1794 por el platero calagurritano Rebollón y que también ostentan las armas de Corella.
Sacras. Miguel de Lenzano. Pamplona. 1777
El apartado más rico en cuanto a las tipologías es el de las custodias, conservándose cuatro piezas dignas de mención, aunque las más destacadas son sendas obras procedentes de la parroquia del Rosario, por un lado una custodia de corales, obra siciliana de mediados del siglo XVII, conocida como “de Malta”, debido a que en su base lucía cruces de dicha orden, y que fue regalada por un caballero de la misma natural de Corella, don José Bruno de Luna y Sesma. Y por otro una custodia cordobesa, labrada en plata, plata sobredorada y esmeraldas en 1756 por el platero Juan Antonio Pastor, uno de los más insignes maestros de este taller, y que fue regalada a la iglesia corellana por Roque y Antonio Aguado, que habiendo hecho fortuna en Indias no se van a olvidad de su ciudad nativa, en donde comprarán un palacio y a donde enviarán ricos presentes. Complementando esta custodia existen unas magníficas andas, regalo en 1766 de Roque Aguado, conde de Montelirios y vizconde de Casa de Aguado, y que debido a su peso tuvieron que ser reformadas en 1777 para aligerarlas y que así pudiesen ser llevadas más fácilmente, obra que ejecutó el platero pamplonés Miguel de Lenzano, que vinieron a dar magnificencia y esplendor a las procesiones del Corpus corellanas.
Custodia de los Aguado. Juan Antonio Pastor. Córdoba. 1756
De reseñar también es un cáliz de plata sobredorada, fechable hacía 1610 y con marcas de México, que resulta una de las primeras obras de plata enviadas desde América a las iglesias navarras, y que conservan las madres carmelitas de Araceli. E igualmente de procedencia americana es una dulcera de la iglesia de San Miguel con marcas guatemaltecas, presentando estampadas el doble punzón de Santiago de los Caballeros, taller donde apenas se marcaban las piezas, además de tratarse de una obra de carácter netamente civil, de difícil acomodación a su uso en la liturgia cristiana.
No menos rico es el conjunto de ornamentos sagrados conservados por los diferentes templos corellanos, entre los que destacan el terno de las Calaveras, bordado en hilos de oro y seda sobre terciopelo negro y carmesí, y usado en las ceremonias de difuntos, de ahí la iconografía que da nombre al conjunto, y que fue realizado en 1580 por el bordador calagurritano Alfonso Morales, autor de otros ternos, hoy perdidos, para las parroquias corellanas. Y sobresaliente es el conjunto compuesto por unos 15 paños, bordados con hilos de oro y sedas de colores sobre raso blanco en Génova, regalado en 1762 para servir a las dos parroquias por los hermanos Roque y Antonio Aguado. Entre las piezas figuran cuatro casullas mandadas hacer para los cuatro sacerdotes que en la procesión portaban la custodia sobre las andas, regaladas igualmente ambas piezas por los hermanos Aguado.
Capa pluvial de los Aguado. Génova. 1762
Y junto a éstos se conservan otros ornamentos, como el terno de Toledo, bordado en dicha ciudad en la segunda mitad del siglo XVIII, con hilos de oro sobre tisú de plata y perteneciente a la iglesia de San Miguel; el conjunto de mantos de la Virgen de Araceli, que incluyen los regalados por las reinas Bárbara de Braganza e Isabel II, o el de la familia García de Loigorri; o el estandarte de la iglesia del Rosario, bordado y pintado en estilo rococó en 1778, con una rica iconografía, presentando en el anverso a la Inmaculada, mientras que en el reverso se sitúa la Aparición de la Virgen del Rosario a Santo Domingo, uniendo de esta forma las dos devociones principales de Corella, por un lado la Virgen del Rosario, titular de una de las dos iglesias de la ciudad, y por otra la Inmaculada.