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8 de febrero de 2007

Conferencia

Cómo se construye una catedral

D. Joaquín Lorda Iñarra.
Universidad de Navarra

Cómo se construye una catedral


El tema de "la construcción de una catedral" es sumamente atractivo. De hecho, se ha transformado en un tópico.

Construir una catedral fue el empeño más importante de las ciudades medievales; requirió una amplia participación ciudadana y el concurso de especialistas artesanos.

Por tanto, a lo largo del siglo XIX, los historiadores se vieron comprensiblemente tentados de interpretar a sus protagonistas, a los ciudadanos comunes de las ciudades medievales, como "constructores de catedrales"; mientras que en los expertos artesanos, sus secretos de oficio y su organización gremial encontraban los nebulosos antecedentes de la masonería.

Además, la mezcla de empeño popular, fervores religiosos, e independencia laica apoyada en saberes arcanos es tan sugerente que repetidamente ha desbordado la historia y se ha volcado en relatos novelescos; uno de sus últimos exponentes es el bestseller de Ken Follet, Los Pilares de la Tierra, "excepcional evocación de la Edad Media, con toda la fuerza de sus violentas pasiones", y quizá una de las peores novelas de Follet.

Entre quienes se interesan más específicamente por cuestiones de historia de la arquitectura occidental, la construcción de las catedrales europeas ha ocupado un lugar preferente, pues son los edificios más grandes, caros y complicados de la historia. Y las catedrales protagonizan el estudio de los estilos: ejemplifican las maneras netamente distintas -románico y gótico- del diseño arquitectónico medieval, que se extendieron a objetos de todas las escalas.

Por otro lado, esos ambiciosos edificios se han edificado con técnicas constructivas avanzadas, que han mejorado desde la edad media hasta el siglo XIX. De modo semejante a lo sucedido en otros campos, como la construcción naval y la fortificación, la construcción de estos grandes edificios puso a prueba las soluciones convencionales e impulsó la búsqueda de otras de mayor ingenio: fue un motor de innovación tecnológica. Por eso la historia de su diseño se ha podido concebir como un crecimiento continuo en sabiduría técnica, que en cada momento ha respondido lógicamente a los problemas específicos que se planteaban.

Finalmente, la construcción de las catedrales tiene un interés "etnológico": constituye una ocasión para hablar no solo de las grandes concepciones o de los sistemas estructurales, sino también de la historia menuda y anecdótica de los oficios y destrezas antes comunes y hoy desaparecidas, lo mismo que de las herramientas y máquinas, para el transporte y levantamiento de cargas, que han sido ventajosamente superadas.
 

Cómo se construye una catedral

Sin embargo, entre todas estas historias complementarias, se observa el crecimiento de una tendencia que no cabe interpretar con esas maneras sencillas, y que da lugar a una historia quizá menos conocida, pero de mayor contenido humano; y es la que se trata de exponer en esta charla. Los diseños arquitectónicos no sólo eran grandiosos, y por tanto implicaban complicaciones técnicas, e incluso se colocaban al límite de sus posibilidades. Sino que en cierto modo buscaban colocarse al límite porque de este modo aumentaban el valor del diseño arquitectónico. Esto motivó un interesantísimo proceso en que la lógica constructiva fue progresivamente sacrificada: el diseño del edificio apareció cada vez más interesante, a la vez que su construcción derivó a fórmulas cada vez más disparatadas. Apareció una lógica de la monumentalidad que es muy diferente de la que preside la construcción ordinaria (y la construcción naval y la fortificación).