27 de marzo de 2007
Ciclo de conferencias
LECCIONES DE ARTE CONTEMPORÁNEO EN NAVARRA
En torno a la imagen. Fotógrafos y sociedad en la Navarra de los siglos XIX y XX
Dra. Asunción Domeño Martínez de Morentin.
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro
La fotografía es un descubrimiento que se hace público en Francia en agosto de 1939, causando un impacto tan grande que, en menos de cinco años es conocido en todos los países del mundo desarrollado. En España la primera demostración pública de la obtención de una imagen fotográfica se lleva a cabo en Barcelona tan sólo tres meses después, en noviembre de 1839. A partir de ahí la fotografía comienza a hacer acto de presencia primero en las principales capitales de provincia y, después, en el resto de ciudades y en localidades de menor relevancia.
En Navarra, la referencia más antigua que se conoce es del año 1843 y corresponde a un fotógrafo francés, Mr. Constant, que, de paso a otro lugar, permanece unos días en Pamplona ofreciendo sus servicios en un improvisado estudio. Está será la tónica general que predomine en la capital Navarra hasta los años 50, cuando comiencen a abrirse los primeros gabinetes fotográficos estables. Estos establecimientos, situados preferentemente en la Plaza del Castillo por tratarse de un espacio urbano amplio y bien iluminado, adquirirán, sin embargo, un mayor auge en el último tercio del siglo XIX. En ese momento contamos con la presencia de, al menos, cuatro profesionales, Emilio Pliego, Agustín Zaragüeta, José Roldán y Félix Mena, que van a contribuir a la implantación del retrato de estudio y a la consolidación del negocio fotográfico dando lugar a verdaderas sagas familiares.
Zaragüeta, Retrato en estudio, 1885
Ya en pleno siglo XX, la actividad de los fotógrafos profesionales se va a diversificar, especialmente a partir de la década de los 20, como consecuencia de la aparición de las cámaras de pequeños formato que favorecerá la salida del fotógrafo del gabinete. José Galle, Rafael Bozano, José Luis Zúñiga, Francisco Zubieta o Andrés Retegui son algunos de los nombres que cubrirán la actividad fotográfica profesional rebasada la mitad del siglo, no sólo en el terreno del retrato de estudio, sino también del reportaje documental o del reportaje de prensa, llegando a ser algunos de ellos corresponsales de medios de comunicación de cobertura incluso nacional. Los años 60 y 70 suponen un declive para los estudios fotográficos y, por ende para los fotógrafos profesionales que, a partir de la década de los 80 vuelven a resurgir, pero con un perfil distinto.
Además del fotógrafo profesional, encontramos la figura del aficionado, que se vuelve especialmente activa a partir de fines del siglo XIX. Al poder desarrollar la actividad fotográfica con mayor libertad, los aficionados llevaron a cabo importantes aportaciones que repercutieron en el desarrollo de este medio. Su producción va desde la fotografía documental –Julio Altadill, Aquilino García Deán, Julio Cía, José Esteban Uranga o Nicolás Salinas, este último en Tudela- a la creativa y artística –Miguel Goicoechea, Pedro Mª Irurzun, Lydia Anoz o Nicolás Ardanaz-, sin olvidar tampoco a los fotógrafos foráneos que visitaron y tomaron imágenes de Navarra como Diego Quiroga y Losada, José Ortiz Echagüe, Ramón Masats e Inge Morath, entre otros.
Ardanaz, Paisaje
La fotografía navarra ha desarrollado un amplio abanico de géneros comenzando por el retrato, el más prolífico de todos, en su versión de estudio o de tipos populares. En la primera, las fórmulas establecidas en el siglo XIX se van a mantener invariables hasta la década de 1920, pero será especialmente a partir de los años 40 cuando evolucione con un lenguaje renovador a base de encuadres inclinados, angulaciones, luces contrastadas… Junto al retrato se encuentra también el paisaje –tanto natural, como muy especialmente urbano-, el reportaje de monumentos y obras de arte, la fotografía de acontecimientos político-sociales, el bodegón, la fotografía publicitaria y de moda; y un capítulo muy distintivo lo constituye las fiestas de San Fermín y, especialmente su encierro, que con su carácter dinámico ha atraído la atención de la práctica totalidad de los fotógrafos locales pero también de los foráneos.
Irurzun, Henryk Scherling, 1940
Finalmente, la fotografía navarra contó con el respaldo de una variada clientela, fruto de la progresiva implantación que la imagen va a tener en todos los ámbitos de la sociedad. La nueva cultura visual que se fue forjando atrajo desde el cliente particular, perteneciente a cualquier ámbito social a las instituciones, tanto públicas como privadas, sin olvidar la importante aportación que llevaron a cabo los comercios y la prensa gráfica en el terreno del encargo. La fotografía encontró en las revistas culturales –La Avalancha, Pregón, Boletín de la Comisión de Monumentos Histórico-Artísticos de Navarra- y los periódicos locales su principal vía de difusión.