27 de febrero de 2008
Ciclo de conferencias
ARTES DECORATIVAS Y TÉCNICAS ARTÍSTICAS
El bordado y los ornamentos sagrados en Navarra
Dra. Alicia Andueza Pérez
El arte del bordado, al igual que ha ocurrido en el conjunto de España, ha sido un campo de la historia del arte navarro al que hasta fechas recientes no se le ha prestado atención. Por esta razón, se trata de una actividad desconocida para la mayoría de estudiosos y público en general, al igual que ocurre con una de sus principales manifestaciones, los ornamentos sagrados. Éstos, que podemos definir como las vestiduras litúrgicas que usan los sacerdotes y distintas jerarquías de la iglesia en las celebraciones, y por extensión, las piezas de carácter textil que sirven para decorar el altar y el templo, hay que estudiarlos desde su función, como elementos propios de la liturgia, y también desde su forma, como obras de arte que reflejan en su decoración, por medio de distintas técnicas y materiales nobles, las diversas formas y corrientes artísticas. Son, asimismo, un patrimonio artístico de gran riqueza, muy desconocido a nivel general, y que por diversas causas, como la poca atención que ha merecido esta actividad, la fragilidad del material o la pérdida de su uso y función en las últimas décadas, ha sido objeto de importantísimas pérdidas y se encuentra en muchos casos en una situación de deterioro y abandono.
Escena de la Anunciación. Detalle del terno de San Saturnino, Pamplona.
Este arte tuvo en Navarra un desarrollo importante desde el siglo XVI, especialmente tras el Concilio de Trento, y durante la primera mitad del siglo XVII. En este periodo, el taller de Pamplona fue el centro de la actividad y el foco en el cual coincidieron los más importantes bordadores. Después, desde mediados del XVII, el oficio comenzó a mostrar signos de decadencia que se manifestaron más claramente a finales de la centuria y durante todo el siglo XVIII, periodo en el cual, ante la ausencia de artífices navarros, el aporte foráneo y la importación de obras de centros textiles destacados, como Zaragoza o Toledo, se convirtieron en los máximos protagonistas.
Frontal napolitano del convento de las Agustinas Recoletas de Pamplona.
Durante estas centurias, los más de ciento cuarenta bordadores, tanto locales como foráneos, localizados en Navarra, se ocuparon principalmente de la confección de ornamentos sagrados. A día de hoy, los templos navarros conservan algunos exponentes de gran valor y calidad que son testimonio y recuerdo de los que en otro tiempo conformaron las sacristías de las distintas parroquias. Sirvan como ejemplo dos de las colecciones textiles más importantes, la de la parroquia de Santa María de Viana o la de la catedral de Pamplona; o algunas obras de especial relevancia, como el terno de San Saturnino de la parroquia pamplonesa del mismo nombre o el frontal napolitano de la Inmaculada perteneciente al convento de las Agustinas Recoletas de Pamplona.
Casulla. Parroquia de Santa María de Viana.