24 de abril de 2008
Ciclo de conferencias
EL GRABADO EN EL SIGLO DE LA ILUSTRACIÓN
Grabado y estampa devocional en Navarra
D. Ricardo Fernández Gracia
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro
Como indica el título, se trató en la conferencia tanto de cuestiones materiales y técnicas referentes a las estampas, como de todo aquello relacionado con su finalidad de provocar a los afectos y devociones de quienes las contemplaban.
La intervención ilustrada con un centenar de grabados, plancha, pruebas y dibujos se dividió en las siguientes partes: promotores, grabadores, estampación y distribución, uso y función e interés iconográfico y antropológico.
Sabido es que durante los siglos de la Edad Moderna, el mercado de grabados no religiosos en la España fue tan escaso como abundante lo era el de religiosos, como ponen de manifiesto textos de loss pintores Jusepe Martínez o Eugenio Cajés, en la primera mitad del siglo XVII. De ahí que la palabra estampa se llegase a identificar con aquellos grabados que reproducían santos, Cristos o imágenes marianas. Las estampas referidas a temas de devoción general eran suministradas por talleres europeos, en tanto que los grabadores establecidos en las ciudades españolas, como Pamplona, abrían aquellas planchas que, por ser de temática local o muy específica, no era posible importarlas.
El impulso de la devoción fue, sin lugar a dudas, la finalidad primordial de las estampas religiosas. A veces se utilizaron para ilustrar tesis de grados universitarias, también como auténticos talismanes y como objetos de postulación para iglesias, cofradías y santuarios. Todas aquellas imágenes iban destinadas a las gentes sencillas en quienes inspiraban el mismo respeto y piedad que los retablos, esculturas y pinturas de los templos, a la vez que por un módico precio podían disponer de sus imágenes preferidas para satisfacer sus devociones particulares. De ese modo, el interés de cofrades y devotos por poseer los “verdaderos retratos” y las “milagrosas imágenes” tal y como se veneraban en las iglesias, quedaba plenamente compensado al adquirir en las sacristías, libreros, estamperos o buhoneros, las estampas de su particular querencia.
Entre los grandes centros de distribución hay que citar los grandes santuarios como Ujué, Roncesvalles o la basílica de San Gregorio Ostiense, así como algunas ferias y fiestas en torno a las fiestas de ciertas imágenes imploradas en necesidades concretas. Los promotores de aquellas estampas solían ser los propios centros religiosos, ayuntamientos para sus patronos, si bien en muchas ocasiones era un especial devoto, con medios económicos, el que se hacía cargo de los gastos inherentes a la apertura de la plancha, así como a las primeras estampaciones.
Respecto a los grabadores hay que destacar la importante presencia de obras de dinastías de plateros pamploneses con un 50% de la producción, las planchas abiertas por maestros aragoneses con un 18 %, los madrileños con un 15%, romanos con un 4,5% y otras ciudades hispanas flamencas e italianas con porcentajes menores.
Del interés iconográfico de estas piezas nos hablan algunos ejemplares que reproducen esculturas y retablos desaparecidos, así como otras, especialmente de advocaciones marianas, que nos presentan imágenes adornadas, alhajadas y vestidas de distinto modo, según nos encontremos en el siglo XVII, XVIII o comienzos del XIX. Otras estampas son perfectos exponentes de devociones emergentes como la del Corazón de Jesús en pleno siglo XVIII, con un gran número de ejemplares de distinto tamaño e importancia, realizadas bajo los auspicios de los jesuitas, y distribuidas desde la Basílica de San Ignacio de Pamplona.
Ilustración de la edición pamplonesa de 1759 del P. Nieremberg: De la diferencia entre lo temporal y eterno