13 de febrero de 2008
Ciclo de conferencias
ARTES DECORATIVAS Y TÉCNICAS ARTÍSTICAS
Platería: teoría y técnicas artísticas
Dr. Ignacio Miguéliz Valcarlos.
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro
Uno de los mayores descubrimientos en la historia de la humanidad fue el de las técnicas de la metalurgia, la extracción y elaboración de los metales, no en vano la división de los periodos en la prehistoria se denomina según el metal que se trabajo: Edad del Bronce y Edad del Hierro. Este dominio de los metales proporcionó al hombre no sólo objetos de uso cotidiano, sino también piezas de carácter suntuario y artístico, para las cuales se usaron sobre todo metales como el oro y la plata, que en fechas tempranas adquieren ya su significado de metales nobles.
El trabajo de estos dos materiales se va a ir desarrollando según avancen las innovaciones técnicas, tanto en su extracción y elaboración, como en su labra. El descubrimiento de América, con sus ricas minas, supuso un punto de inflexión en las técnicas de extracción, ya que las ingentes cantidades de metal hicieron necesario la innovación en esta materia.
Igualmente se produjeron avances en las técnicas de labra de las piezas realizadas en oro y plata, que no se va a limitar ya al Forjado, consistente en el martilleado de la chapa de metal hasta conseguir la figura deseada. Con el descubrimiento del Torneado, siendo Juan Ruiz el Vandalino, platero de Jerez, el primer artífice que lo utilizó, se posibilitó la introducción de piezas con cuerpos cilíndricos. También se produjeron avances en la Fundición, que permitía hacer figuras de bulto redondo, que gracias a la técnica de la cera perdida no tenían que ser ya macizas, con el consiguiente ahorro de material que eso producía.
Bandeja repujada
El trabajo de la chapa de plata resultante presenta varias técnicas, por un lado el Repujado, consistente en golpear la chapa con un martillo, martilleado por el reverso de la lámina, modelando en negativo, obteniendo el motivo por el anverso, sin que se perdiese material, consiguiéndose un altorrelieve. Muy similar es el Cincelado, que se diferencia en que la chapa de metal se trabaja con un cincel, útil de acero con corte más grueso que el buril, golpeándola desde el anverso, consiguiendo de esta forma un bajorrelieve. El Grabado en el que mediante la incisión con un buril se obtiene un motivo decorativo, dibujo o inscripción, extrayendo en esta operación pequeños hilos de plata. Debido a la utilización del buril se denomina también burilado. En caso de que las incisiones sean discontinuas o estén formadas por una línea de puntos se denomina Puntillado o Picado de lustre. Presenta la variante del Troquelado consistente en la impresión repetidas veces mediante un troquel o matriz del mismo motivo decorativo sobre la chapa de plata. Y el Calado que recorta la chapa mediante un punzón o una sierra, eliminando material de determinadas zonas de la lámina, obteniendo un dibujo calado. Finalmente la Filigrana que se trabaja soldando hilos de metal entre sí, bien para formar un motivo decorativo sobre un soporte, o bien formando en sí misma la pieza.
Dado el valor económico que tenía el material con que se realizaban estas piezas, la plata y el oro, que es el mismo que se usaba para la acuñación de moneda, desde un principio su utilización va a estar regida por una serie de leyes, las normas de marcaje, que establecían la impresión de una serie de marcas que atestiguaban que esas obras estaban labrada con plata de ley.
Dependiendo la localidad de ejecución de las piezas estas normas variaban, estableciéndose la estampación de diferentes marcas, relativas al lugar de labra de la obra, al autor de la misma, al contraste que se había encargado de atestiguar la utilización de plata de ley, y finalmente al pago del impuesto fiscal. Así Navarra y la Corona de Aragón establecieron un doble marcaje, el de localidad y el de autor, Castilla impuso el triple, localidad, autor y contraste, mientras que en los talleres americanos se establecieron cuatro marcas, las tres castellanas más la que señalaba el pago de impuesto fiscal. Junto a estas marcas podemos encontrar también la burilada, línea quebrada, normalmente en zigzag, realizada por el marcador para comprobar que la pieza está realizada en plata de ley, así como una marca cronológica, que aunque empiezan a verse ya en el siglo XVII, no será hasta finales de la siguiente centuria que comience a generalizarse su uso.
Marcas de localidad y autor
Numerosas son las variantes y tipos de marcas existentes, pudiendo establecerse nueve grupos en el caso de las de localidad, aunque una misma marca puede adscribirse a un mismo grupo. Pueden ser Nominales, en la que aparecen denominaciones enteras de ciudades, sílabas o palabras abreviadas, como Pamplona (Doble P coronada); Arquitectónicas, formadas por acueductos, castillos, fuentes, puentes o torres, como Bilbao (Torre con puente y letra B); Figuras humanas, completas o parciales, como Burgos, que es la caput castellae, (Cabeza sobre castillos); Vegetales, con árboles, plantas y frutos, como Granada (Granada); Animales, en la que aparecen aves y mamíferos, como Teruel (Toro pasante en recuadro con estrella y nombre de la ciudad); Emblemas y objetos litúrgicos, como Oviedo (Cruz de los Ángeles); Signos astronómicos, como Tuy (Tres estrellas sobre luna creciente); Coronas y varios, como San Sebastián (Barco con letras a los lados); o finalmente Escudos de armas locales, como el de Valladolid (Escudo de ondas).
Más amplia es la variedad de las marcas de platero y contraste, ya que dependen del signo que hubiesen elegido los mismos como punzón personal, variando en su grafía y composición, utilizando distintos tipos de letra o de perfil, figurando el nombre o el apellido, enteros o abreviados, o una combinación de los mismos, en uno o varios renglones. Igualmente algunos maestros eligieron como marca personal un símbolo, caso habitual entre los plateros pamploneses del setecientos.