2 de junio de 2009
Conferencia
375º ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DE LAS AGUSTINAS RECOLETAS DE PAMPLONA
Arte y devoción en la Pamplona oculta: Tras las celosías de las Agustinas Recoletas
D. Ricardo Fernández Gracia.
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro
Como es sabido, el monasterio de la Inmaculada Concepción de las Agustinas Recoletas de Pamplona, fue el primero de su Orden en Navarra (1634). Desde el monasterio madrileño de la Encarnación, la Madre Mariana de San José, gran impulsora de las Recoletas, concertó su fundación, a partir de 1631, con don Juan de Ciriza, marqués de Montejaso y secretario de los monarcas Felipe III y Felipe IV.
La dotación espléndida del convento se explica por las aportaciones de los marqueses y el hijo natural del marqués, arcediano de la catedral de Pamplona, la aportación de las religiosas supernumerarias y las donaciones de familiares de algunas religiosas, entre las que destacan las de don José Azpíroz, hermano de la priora y familiar del cardenal don Pascual de Aragón. Dentro de la clausura y pese a los avatares históricos, se han conservado por el especial cuidado de las religiosas y por la sensibilidad que en tondo tiempo mostraron hacia lo que hoy denominamos bienes culturales.
Tras situar históricamente el monasterio y a sus fundadores, la conferencia se dividió en cuatro partes dedicadas a los espacios conventuales, las devociones, la magnificencia del culto divino y las monjas y las artes. En la primera se analizó el plano del complejo conventual y sus usos a la luz de las constituciones de la orden. En la segunda, dedicada a las devociones y las artes, se pasó revista a distintas pinturas y esculturas que plasmaron los ideales de devoción en la casa, desde las advocaciones marianas particulares del convento o de la orden, hasta otras hispanoamericanas representadas en la clausura por destacadas piezas. Pintores como Francisco Camilo, Pedro Villafranca, Palma el Joven, Vicente Carducho, Horacio Borghiani, Juan Correa y escultores como Pedro de Mena o Manuel Pereira, amén de excelentes tallas napolitanas están representados en señeras obras custodiadas en gran parte en la sala capitular, convertida en una auténtica cámara de maravillas.
La tercera parte se dedicó a glosar aquellas piezas que se colocaban en la iglesia para las grandes fiestas de la Inmaculada o el Corpus Christi, y por tanto estaban a la vista del público. En el simpar marco de su iglesia conventual celebraron las recoletas las fiestas y solemnidades del año litúrgico en todo su esplendor y belleza. Contaban para ello con ornamentos sagrados y objetos litúrgicos preciosos y un buen número de capellanes -hasta diez en el siglo XVIII-. Tapices, orfebrería, ornamentos sagrados y un sinfín flores y de mobiliario hicieron escribir al cronista de la Orden, el P. Alonso Villerino a fines del siglo XVII sobre el papel de la Recoletas en la barroquización de los usos y costumbres en la Pamplona del Barroco, a propósito del adorno de los altares. Con este significativo párrafo deja constancia de ello: “a su ejemplo todos los conventos de Pamplona le aumentaron, que así lo he oído decir yo mismo a muchas personas del tiempo de la entrada de la Recolección en aquella ciudad, las cuales aseguraron que antes de entrar la Recolección, se hacían los altares con muy templado adorno y que después se hacen con aparato majestuoso en todas las Comunidades, que llegó a parecer excesivo a los prudentes y digno de reforma”.
La última parte se centró en algunas religiosas destacadas en las labores textiles, así como en todo el patrimonio inmaterial que constituyen ciertas costumbres de la casa o las mismas recetas de cocina, muy ponderadas por el propio Felipe IV.
La conferencia tuvo lugar en la iglesia de Agustinas Recoletas de Pamplona
Retrato de don Juan de Ciriza, marqués de Montejaso y fundador del convento, por Antonio Rizi, 1617
Sala capitular del convento de Recoletas de Pamplona
"Dolorosa", por Pedro de Mena, c. 1670-1680
"Lienzo de Santo Tomás de Villanueva repartiendo limosnas", por Francisco Camilo, 1650