20 de octubre de 2009
Conferencia
El Palacio de los Marqueses de San Miguel de Aguayo:
Imagen y memoria de un linaje navarro
Dª. Pilar Andueza Unanua.
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro
El palacio que se levanta en el nº 65 de la calle Mayor de Pamplona está ligada a los Echeverz, familia de hidalgos navarros que tuvieron casa en Berrioplano, de donde pasasaron a Asiáin. Allí nació Agustín de Echeverz y Subiza en 1646. A pesar de su condición de primogénito viajó a Indias cuando corría el año de 1662, donde prestó ciertos servicios militares en la zona de Nuevo León. Su gran obra en aquellas tierras fue su matrimonio con una rica criolla, Francisca Valdés Alceaga, biznieta de un conquistador vasco, Francisco de Urdiñola, quien fue gobernador y capitán general de Nueva Vizcaya, y poseyó un extenso patrimonio formado por haciendas, minas, fábricas y ganado que, transmitido por línea femenina, llegó hasta Francisca.
En 1681 el nuevo matrimonio con la única hija que habría de nacer de esa unión, Ignacia Javiera, volvió a España. Agustín a partir de entonces movió todas las piezas para situarse en la cúspide social del reino, de modo que en 1682 obtuvo el hábito de la orden de Santiago y el título de marqués de San Miguel de Aguayo. Un año después regresó a América, donde ocupó el cargo de gobernador y capitán general del Reino de León. De vuelta a Navarra hacia 1688, siguió enriqueciendo su cursus honorum como alcalde de Pamplona, miembro de la Diputación o alguacil mayor del reino. Pero su principal obra fue la construcción en 1698 de una magna residencia en Pamplona, como imagen y memoria de su linaje. Agustín falleció en 1699 y su esposa, siguiendo sus últimas voluntades, en 1704, fundó un mayorazgo a cuya cabeza situó la nueva construcción. Tanto el vínculo como los bienes libres de los marqueses pasaron a su hija Ignacia Javiera. Fue ella quien con su tercer marido, José de Azlor Virto de Vera, contrataron 1709 la ejecución de una nueva fachada para el palacio pamplonés, que encargaron al cantero Pedro de Arriarán y al escultor Domingo de Gaztelu, que desarrolló un programa iconográfico, basado en la emblemática, ensalzando a los Echeverz a través de su actividad militar como buenos gobernantes, justos y virtuosos. Sin embargo, antes de que el frontispicio estuviera finalizado, los marqueses marcharon a Indias, de donde nunca más regresaron. En 1802 uno de sus nietos, Pedro Ignacio Valdivieso y Echeverz, desde México, vendió el edificio a José de Ezpeleta y Galdeano, noble navarro de rancio abolengo que llegó a ser virrey del Nuevo Reino de Granada y de Navarra. El edificio fue pasando a sus sucesivos herederos hasta que llegó a María Ezpeleta, marquesa del Amparo por su matrimonio con su primo carnal Carlos Mencos. En 1918, ya viuda, la señora vendió el edificio a las Teresianas. Recientemente el Gobierno de Navarra adquirió el inmueble donde se instaló el Conservatorio de Música.
Casa principal de los Marqueses de San Miguel de Aguayo. Pamplona. Siglo XVIII
Casa principal de los Marqueses de San Miguel de Aguayo. Pamplona. Siglo XVIII. Detalle
Casa principal de los Marqueses de San Miguel de Aguayo. Pamplona. Siglo XVIII. Detalle