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25 de marzo de 2009

Ciclo de conferencias

CASAS SEÑORIALES Y PALACIOS DE NAVARRA

El palacio episcopal y la renovación de Pamplona en el siglo XVIII

Dña. Pilar Andueza Unanua
Universidad de Navarra

Durante la primera mitad del siglo XVIII Pamplona vivió un proceso de renovación urbanística y monumental como nunca antes había conocido la ciudad que la configuró definitivamente, dotando a su casco histórico de sus edificios señoriales más sobresalientes y sus espacios urbanos más característicos. Este proceso, desarrollado bajo la idea barroca de embellecimiento urbano, con connotaciones de lujo y fasto, se completó en la segunda mitad de aquella centuria con la modernización de las infraestructuras urbanas. Estas obras públicas, ejecutadas bajo postulados ilustrados, se concretaron, entre otras actuaciones, en el saneamiento de calles, traída de aguas, instalación de fuentes y nuevas ordenanzas de limpieza y edificios. 

Este vivo proceso de transformación tuvo su lógica repercusión en la arquitectura religiosa, pero incidió de modo especial en la arquitectura civil, tanto en su vertiente pública como privada, todo lo cual embelleció y monumentalizó la capital del reino, de acuerdo con las nuevas mentalidades de las elites sociales y económicas de la ciudad, que ansiaban por dotarla de un aspecto rico y suntuoso como correspondía a la capital de un reino.

De este modo un grupo de familias nobiliarias, ligadas a la emigración a Indias y a la Villa y Corte, así como un nutrido grupo de hombres de negocios y comerciantes, decidió en estas fechas levantar sus casas familiares como exponente del poder económico y social alcanzado. Entre ellas cabe destacar a los Echeverz, marqueses de la San Miguel de Aguayo, los Armendáriz, marqueses de Castelfuerte, los Eslava, marqueses de la Real Defensa, los Mutiloa, los Guendica, los Goyeneche, los Navarro Tafalla o los Urtasun.
 

Casa de los Echeverz

Casa de los Echeverz, Marqueses de San Miguel de Aguayo
 

Pero también las autoridades, tanto civiles como eclesiásticas, participaron del fervor constructivo de aquel momento y erigieron nuevos edificios de representación. Así, se construyó un nuevo Ayuntamiento a partir de 1753, se reformaron en profundidad los edificios que albergaban los Tribunales Reales, y se levantó un palacio episcopal. La nueva residencia del obispo fue erigida a partir de 1734 por iniciativa del entonces prelado don Melchor Ángel Gutiérrez Vallejo. Aunque su fallecimiento paralizó temporalmente las obras, éstas pudieron concluirse con la llegada de don Francisco Ignacio Añoa y Busto, quien pasó a ocupar el edificio en 1740.


Casa de los Navarro

Casa de los Navarro