13 de diciembre de 2010
Conferencias
LA NAVIDAD EN LAS ARTES
"Dei Mater Alma": iconografía de la Virgen de la leche
D. Ricardo Fernández Gracia.
Dpto. Historia del Arte. Universidad de Navarra
La intervención se dividió en dos partes. La primera al hilo del segundo versículo del Ave maris Stella -himno latino que se canta en la Liturgia de las Horas de la Iglesia católica en las fiestas marianas, concretamente en Vísperas- que reza: Dei Mater Alma y proclama, por tanto, a la Virgen como alma nutricia de Dios. La segunda tomando otro versículo de otra estrofa del mismo himno que canta a María: Monstra te esse matrem.
Un tema del ciclo de la infancia de Cristo, cual es el de su crianza, se iría transformando con el paso del tiempo para dar cabida a composiciones más elaboradas en donde la leche se convertirá en sinónimo de las gracias de la Madre de los creyentes.
La Virgen de la leche es un tema muy antiguo que se origina en las primeras expresiones del arte cristiano, en el siglo IV de nuestra era. Esta representación de la Virgen María amamantando al Niño Jesús que conoció un desarrollo importante a lo largo de la Edad Media y más intenso, si cabe, a partir del Renacimiento. A partir de mediados del siglo XIV, los artistas dan a los personajes religiosos un carácter más humano, poniendo énfasis en el dolor en las escenas de la Pasión o, en el caso particular de María, exaltando el sentimiento materno, presentándola con más naturalidad, como una madre. A lo largo de los últimos siglos de la Edad Media la Virgen de la leche, representada sola o con numerosos símbolos en sintonía con el Nominalismo imperante, en el pasaje de la Huída a Egipto, o con ángeles músicos, abandonó su postura hierática, frontal, por una actitud más natural, como signo de una mayor humanidad. Las representaciones de la Virgen de la leche conocen en los Países Bajos, como en toda Europa, un notable auge hasta principios del siglo XVI, hasta que a raíz del Concilio de Trento, la Iglesia Católica, consideró indecente el hecho de desnudar el seno de María y puso término al desarrollo de este tema. Entre los que censuraron el tema por su falta de decoro, destacaron el cardenal Federico Borromeo y fray Juan Interián de Ayala. El primero, (1564-1631, arzobispo de Milán y fundador de la Biblioteca Ambrosiana) denuncia la "indecencia de los que pintan al divino niño mamando de manera que muestran desnudos el pecho y la garganta de la Virgen , siendo así que esos miembros no se deben pintar más que con mucha cautela y modestia", mientras que el famoso frailes mercedario llega a denunciar ciertas imágenes con estas palabras: “Vemos igualmente con bastante frecuencia Imágenes de la Sacratísima Virgen; esto es, de aquella Señora, que es exemplar de toda pureza, y castidad…vemos, digo, muchas de sus Imágenes no enteramente desnudas (que no ha llegado á tanto la audacia, y desenfreno de los pintores católicos), pero sí pintadas caído su cabello rubio, desnudos su cuello, y hombros, y aun sus purísimos, y virginales pechos, y otras veces con los pies enteramente descubiertos; de suerte, que ninguno podrá persuadirse que sea este un exemplar, y dechado perfectísimo de vírgenes, y de todo pudor virginal; antes bien creerá que es un retrato de alguna diosa de los gentiles, y aun que es la misma Venus …¿Qué tiene que ver con la Santísima Virgen, dechado perfectísimo de honestidad, aquel adorno casi propio de una ramera…”.
En la segunda parte de la conferencia se trató de las derivaciones del tema de la Virgen de la leche a la luz del aludido Monstra te esse matrem, o muéstrate como su fueses madre, frase que se adjudica a San Bernardo. Este último santo, Santo Domingo de Guzmán o San Agustín, representantes de la iglesia triunfante aparecerán en algunas escenas con la Virgen galactotrofusa. Pero también la iglesia militante y la purgante lo harán acompañados de la Virgen de la leche en señeros lienzos y tablas, en los que a través de formas sensibles la imaginación y la creatividad traducía las grandezas inefables de las hagiografías y de algunas creencias. En el caso de los santos, para suavizar la situación comprometida en la que la Virgen ofrece su leche a un adulto, María es representada a cierta distancia del santo, por lo que será necesario pintar un chorrito de flujo de la leche. Además, el Niño está en los brazos de la Madre de modo que parece autorizar “la donación de la leche”. Los agraciados, santos, hombres y mujeres que recogen en recipientes gotitas de leche, o ánimas del purgatorio, estarán generalmente en un plano bajo (humano) y con las manos cercanas (el signo de rezar) o con los brazos separados (en señal de agradecimiento).
Virgen de la leche procedente del convento de San Francisco de Olite.
Siglo XV. Museo de Navarra