31 de marzo de 2010
Curso
EL CAMINO DE SANTIAGO Y LAS RAÍCES DE OCCIDENTE
El Camino de Santiago y el sendido del camino
D. Agustín González Enciso.
Cátedra del Camino de Santiago. Universidad de Navarra
En esta conferencia no se trata tanto de saber por qué hay un camino, sino por qué se recorre, es decir, ¿por qué caminamos? Descubrimos que caminar forma parte de nuestro modo de ser y por eso mismo, caminar tiene un profundo sentido antropológico.
Desde esa perspectiva se muestra especialmente importante la renovada tendencia a peregrinar hoy, porque en una larga caminata, dicen muchos peregrinos, volvemos a encontrarnos con nosotros mismos. Y eso es ya una razón muy importante para explicar por qué caminamos. Es cierto que hoy la peregrinación tiene muchas motivaciones; no obstante, en esta conferencia prevalece, de fondo y de contenido formal, la idea del motivo sobrenatural del caminar, de la peregrinación exigente y mortificada por razones básicamente religiosas, aunque no se excluyen otras realidades.
La conferencia se desarrolla en seis puntos: caminar es una metáfora de la vida; caminar es un símbolo de las culturas; caminar supone aceptar una cultura con unos valores; ello nos acerca a la relación entre camino, verdad y fe, para, finalmente, hablar de tres virtudes básicas en el hecho del caminar: desprendimiento, esfuerzo y libertad.
En su origen y en su sentido genuino, el Camino de Santiago es una peregrinación religiosa. Pero además, el caminante, aunque no buscara ese sentido, se encuentra continuamente con los jalones religiosos que justifican el camino. Por eso, estamos ante una metáfora de la vida que es religiosa, como ya dijo Jorge Manrique: “Esta vida es el camino para otra que es morada, sin pesar, mas vale tener buen tino para andar esta jornada, sin errar”. Se trata, por lo tanto, de andar y de hacerlo sin errar, de conseguir una vida lograda, en frase de A. Llano, porque el Camino, como la vida, tiene un fin que hay que conseguir.
En todas las culturas existe la peregrinación, también en la cristiana, ligada a las peregrinaciones a Tierra Santa, a Roma y a Jerusalén, tres destinos ya muy acreditados hacia el siglo XIII. La cultura europea se ha forjado como una cultura cristiana, abierta también a lo universal, como recuerda L. Suárez, y el hecho de caminar está fuertemente unida a ella. Como dijo Steiner, Europa se ha hecho caminando. Pero son precisamente los valores cristianos los que han forjado un ámbito cultural, el europeo, sin parangón en la historia universal. Lo que los peregrinos ven es, precisamente, ese compendio de costumbres, arte, religión, pensamiento político, ciencia, literatura…que aparece en el Camino y que resume la esencia de lo europeo, que es también lo cristiano.
Por otra parte, entenderse a través de la cultura exige tener fe en algo que nos sirva de referencia. El Camino es símbolo de la fe, porque para caminar hay que creer en algo que está al final, en la meta. Por eso la fe cristiana, como la esperanza, son virtudes que están íntimamente unidas al hecho de caminar, siempre que se camine para buscar, no para huir, ni para simple aventura o pasatiempo. Pero es que son muchos los peregrinos que buscan objetivos muy diferentes, pero siempre con sentido religioso. La determinación del caminante, que tiene fe en lo que hace y en sus consecuencias, que espera llegar y recibir los frutos por los que ha luchado, está entretejida de muchas virtudes. Tres de ellas son fundamentales. Primero, el desprendimiento, porque hay que despojarse hasta de uno mismo para caminar, para buscar la transformación que el camino supone –ir de un sitio a otro-. Luego el esfuerzo, porque sin él no se llega a nada, y finalmente la libertad, porque solo con libertad se puede caminar hacia donde el Espíritu nos impele. Al terminar, el caminante consigue su propósito y llega a la meta definitiva, el Pórtico de la Gloria, metáfora de la Gloria eterna.
La confencia tuvo lugar en la Casa de Cultura Arizkunenea de Elizondo.