5 de mayo de 2010
Curso
EL CAMINO DE SANTIAGO Y LAS RAÍCES DE OCCIDENTE
Santa María la Real de Sangüesa (Navarra)
Dª Clara Fernández-Ladreda.
Universidad de Navarra
La actual iglesia de Santa María la Real de Sangüesa comenzó a construirse a raíz de la donación de un palacio existente en ese lugar a la orden de San Juan por Alfonso I el Batallador. Se hizo en cuatro fases.
La primera abarca desde 1140 a 1170 aproximadamente. En ella se hizo la cabecera y el tramo inmediato del muro S del cuerpo de naves. Los tres ábsides semicirculares, que integran la cabecera, acusan una marcada influencia de la catedral de Pamplona, perceptible en la presencia de la arquería interior y los óculos. Los soportes son pilastras con una columna adosada en cada frente y la cubierta es de bóveda de cañón y horno apuntada.
La decoración escultórica corrió a cargo de dos talleres sucesivos. Intervino primero el dirigido por el maestro de Uncastillo, que realizó los capiteles de la parte inferior, que presentan motivos vegetales, animales e historiados, entre los que destaca una Huida a Egipto y una Degollación de San Juan Bautista. El segundo taller encabezado por Leodegario llevó a cabo las cestas de la parte alta del ábside central -muy destrozadas- y un par de capiteles más, reaprovechados en los pilares del cuerpo de naves; ejecutó también la parte inferior de la portada.
La segunda etapa viene a coincidir con el último tercio del XII y en ella se levantaron los muros perimetrales del cuerpo de naves. Los soportes usados son columnas pareadas sin pilastras. La escultura corrió a cargo del denominado taller de San Juan de la Peña, que labró dos capiteles, decorados uno con arpías y otro con leones devorando una cabra, que permanecen in situ, y otros dos trasladados al Museo de Navarra. Ejecutó también el friso de la parte superior de la portada y algunas esculturas de las enjutas.
En la tercera fase, ya en el primer tercio del XIII, se erigieron los cuatro pilares centrales y se voltearon las bóvedas, con excepción de la cúpula del tramo que precede al ábside central. Los soportes son pilares con columnas pareadas adosadas en los frentes y columnillas en los ángulos, adaptadas al tipo de bóveda empleada, nervada cuatripartita. El taller correspondiente a esta etapa, de carácter muy popular, tallo una serie de capiteles con motivos vegetales, animales y humanos, muy esquemáticos. Realizó también los modillones que sustentan el alero de la portada, excepto uno que es del taller de la Peña.
En la cuarta y última etapa, que coincide ya con el gótico, fines del siglo XIII y primera mitad del XIV, se construyó la cúpula del tramo ante el ábside central con su torre y aguja.
En cuanto a la portada, la zona inferior -más o menos hasta el friso- se debe como indicamos a Leodegario y su taller. Se trata de una obra muy innovadora, debido a que, aún siendo románica, acusa influencias de las portadas del primer gótico francés, San Denis, Chartres y sus derivadas, de las que ha tomado rasgos novedosos, como las estatuas-columnas, el arco apuntado y las figuras dispuestas longitudinalmente en las arquivoltas, además de una serie de elementos iconográficos.
La puerta propiamente dicha gira en torno a los temas de la Redención y el Juicio Final. Al primero corresponden los capiteles con escenas de la Infancia de Cristo –Anunciación y Presentación en el Templo-, alusivas a la Encarnación, inicio de la Redención, y las estatuas columnas de las tres Marías, que hacen referencia a la Resurrección, manifestación del triunfo redentor de Cristo. Al segundo, las estatuas columnas de San Pedro, San Pablo y Judas, el capitel del Juicio de Salomón -prefigura del Juicio Final- y el tímpano y arquivoltas, en las que se plasma el Juicio propiamente dicho, primer ejemplo de Juicio plenamente desarrollado en un tímpano hispano, tomado posiblemente de San Denis.
Las enjutas presentan una gran variedad de temas, distribuidos sin orden ni concierto, probablemente porque, aunque la mayoría de las piezas son obra del taller de Leodegario, debieron ser montadas o remontadas con posterioridad por el taller de San Juan de la Peña, que ejecuto algunas para completar, entre ellas el guerrero matando al dragón –presunto Sigurd-. Entre ellos destacan la Anunciación-Coronación, que sigue una fórmula muy novedosa con Gabriel arrodillado, la Virgen sentada y un angelillo colocándole una corona, y la parábola de las Vírgenes necias y prudentes, nueva alusión al Juicio que supone el primer caso de esta iconografía en una portada hispánica, inspirado asimismo en San Denis.
En la zona superior se desarrolla un friso distribuido en dos pisos, debido al taller de San Juan de la Peña. Representa la Segunda Venida de Cristo acompañado por el Tetramorfos, escoltado por sendos ángeles y el Apostolado, en suma, la corte celestial.
Tras la conferencia de la profesora Fernández-Ladrera, los asistentes al curso se acercaron a la iglesia de Santa María para contemplar in situ la portada.